Sociedad Caminera del Real de Manzanares

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¿Qué es la caminería?

¿ POR QUÉ EL TERMINO CAMINERÍA?.

La Sociedad Caminera del Real de Manzanares venimos defendiendo la conservación de los antiguos caminos vecinales por su valor medioambiental y la recuperación del patrimonio público, apropiado, en demasiadas ocasiones, por particulares.

Sin embargo, no hay que olvidar que los caminos tienen, además, otros valores que debemos recuperar. Durante siglos han sido testigos de la vida de nuestros antecesores. Por ellos ha corrido la economía de nuestros pueblos, las tradiciones, la cultura popular, las guerras, la historia grande y pequeña, la industria, la ganadería y la agricultura tradicional. Los caminos han sido el medio utilizado para comunicar a los pueblos serranos, materializar noviazgos y transmitir enfermedades. Por ellos llegaba el recaudador de impuestos y la milicia. Han sido testigos de la transformación del entorno y de la llegada de los ladrillos. Todos estos son aspectos que no deberíamos dejar a un lado a la hora de la recuperación de nuestros caminos.

Un ejemplo. En Torrelodones se empezó el proceso con la intención de recuperar el antiguo camino público que unía el pueblo con Villanueva del Pardillo, pasando por Molino de la Hoz. Según se avanzaba se descubrieron cantidad de datos que nos hicieron reflexionar a todos y entender que se debía dar una visión más global al trabajo.

Resulta que nuestro camino era carretero y ya, en 1497, los Reyes Católicos en Medina del Campo, mandaron Ley obligando a Justicias y Concejos a tener abiertos, reparados y corrientes los caminos carreteros de sus términos:

fagan abrir y adobar los carriles y caminos por do pasan los carros en sus términos, por manera que sean del ancho que deban y que no consientan dichos Concejos que sean cerrados ni atados, ni ensangostados, so pena de diez mil maravedíes”. (Novísima Recopilación, Tomo III, libro VII. Titulo XXXV. Pág. 677).

Parece, pues, que el problema de los cierres y ocupaciones ilegales de los caminos viene de antiguo.

El camino del Pardillo, como la mayoría de los caminos serranos, tiene una larga historia. Fue muy utilizado, incluso por la corte, durante la construcción del Escorial. Por él se subían cereales y vino a las posadas de Torrelodones. En su recorrido había varias canteras (actividad frecuente en la sierra). En el río Guadarrama había dos molinos, uno cerealero y otro industrial (y que ahí están, esperando que alguien los recupere). El camino contempló los efectos de la desamortización con la perdida de Propios para el pueblo (fuente de manutención para los pobres) y la privatización consiguiente. Se utilizó para llevar a centenares de presos (la mayoría por delitos económicos de deudas) para la construcción de la presa del Gasco, donde murieron por una epidemia de paludismo y malnutrición muchos de ellos. Fue testigo del intento de unir Madrid con el mar a través del canal del Guadarrama, cuyos restos aún se pueden contemplar. Desde la casa Panarras se vigiló, como puesto de mando avanzado republicano, dependiente del General Miaja, el desarrollo de la batalla de Brunete durante la guerra civil. Y este es solo un camino secundario. ¿Qué podrían contarnos los caminos que recorren nuestra Sierra desde antes de la llegada de los romanos?

En definitiva que el camino, cualquier camino, es un testigo histórico y etnográfico de primer orden por lo que su recuperación supone también trabajar por la recuperación de la memoria histórica de nuestros pueblos, su cultura, su quehacer y su evolución con el paso de los siglos. Por este planteamiento más global e integral asumimos la definición de la Asociación Internacional de la Caminería en los siguientes términos:

 

Caminería:

  1. Suma de los elementos que componen el camino, el caminante y su entorno.
  2. Estudio de las vías de comunicación, de su relación con el entorno geográfico y social y con los itinerarios físicos, históricos, económicos, culturales y literarios.

Definición del II Congreso Internacional de Caminería Hispánica (Año de 1994).

Si a estas ideas les añadimos las de patrimonio público y entorno medioambiental a defender y difundir podíamos tener un concepto aglutinador de enorme atractivo general y portador de grandes posibilidades en la defensa y puesta en valor de nuestros pueblos de la Sierra de Guadarrama.

LA DIFERENCIA CON EL SENDERISMO TRADICIONAL.

Quede claro que compartimos con los senderistas el amor por los caminos y la vocación de recorrerlos y disfrutarlos. Quizás lo que ocurra es que aspiramos a completar ese viaje por los caminos incorporando la defensa activa de los viejos caminos vecinales y la recuperación de los valores medioambientales y culturales que los rodean.

Sea un puente, una fuente, un muro de refuerzo del siglo XVII, un molino cerealero, las ruinas de una casa de postas o una calzada medieval, las veredas están llenas de hitos que revelan la vida y la actuación del hombre alrededor de los caminos. Por eso queremos aprovechar nuestros recorridos para localizarlos, investigarlos y, donde haga falta, irlos incorporando al patrimonio común. En muchos casos están perdidos, olvidados y en ruinas. Ahí entra también nuestra actividad para decidir si es posible su recuperación y proponer, en su caso, su restauración y conservación, exigiendo a las administraciones públicas que velen por el mantenimiento de un patrimonio cultural común.

Pero además, los amantes de los caminos no podemos ignorar los enormes valores ambientales que los rodean. En nuestros recorridos habitualmente nos acompañan expertos ambientales que nos explican las diferentes especies presentes, su función en el ecosistema, sus valores y sus amenazas. Estamos convencidos que para defender hay que apreciar y para ello lo primero es conocer y entender la función vital de cada pieza de ese magnifico engranaje de la Madre Naturaleza.

De esa comprensión viene nuestro compromiso ecológico, o como preferimos decir algunos, compromiso como ciudadanos responsables. Nuestra responsabilidad es respetar nuestro entorno y defenderlo ante las agresiones injustificadas. Es nuestro derecho, (y seguramente nuestro deber), es nuestro patrimonio común y el de nuestros herederos. Por eso también estamos vigilantes respecto a aquellas actuaciones de irresponsables que se apropian de los caminos públicos, impidiendo el libre paso ciudadano, que destrozan los montes con sus carreras de motos, que los convierten en vertederos ilegales, que cazan furtivamente o que destrozan los yacimientos que encuentran.

Decíamos que para apreciar hay que conocer y por ello damos importancia a la divulgación de los viejos caminos y sus valores entre los jóvenes, enfocando el trabajo hacia los colegios e institutos de nuestros pueblos. El esfuerzo educativo y divulgativo es de los más rentables en la conservación de nuestro entorno.

No nos engañamos. El mayor peligro para nuestra Sierra no viene de algún ignorante irresponsable sino de los grandes intereses económicos que se juegan con el urbanismo desaforado y el desdoblamiento de carreteras injustificado. Ahí también, modestamente, nuestra Sociedad Caminera intentará aportar una defensa civilizada y conforme a Ley de los espacios protegidos por la normativa española y comunitaria.

Estamos convencidos que también en ese camino del respeto y defensa de nuestra sierra coincidiremos con nuestros compañeros senderistas.

 

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¿Porque “Real de Manzanares”?

El realengo del Real de Manzanares fue creado por Alfonso X El Sabio y comprendía parte del amplio territorio comprendido entre Segovia y Madrid. El Real de Manzanares representa un vínculo histórico que ha unido a los pueblos de la vertiente madrileña de la Sierra durante siglos. Permite una ubicación concreta de la zona geográfica del proyecto de la caminería de la zona y potencia una identificación de los distintos pueblos que lo forman. Además puede suponer un atractivo histórico y cultural, además de turístico, que ayude a su potenciación como una realidad vinculada entre sí facilitando una imagen de unidad e integración.

En 1332 Alfonso X so motivo de zanjar la disputa entre segovianos y madrileños, por los pastos y el carboneo de la zona, crea el Real de Manzanares haciendo depender el territorio directamente de la Corona. Aquella decisión pretendía acabar con los enfrentamientos pero también suponía una medida de repoblación interior, con la fundación de villas y polas (pueblas) nuevas.

Posteriormente Juan II, da plena posesión del Real de Manzanares a don Iñigo López de Mendoza y le concede el título de Marqués de Santillana. Sus descendientes aparecerán en la historia como Duques del Infantado o Almirantes de Castilla.

De la repoblación realizada por los segovianos permaneció la tradición ganadera que, junto con las condiciones del suelo, en poco favorecieron los cultivos marcando la economía de la zona. El fuerte protagonismo que adquirió la ganadería, especialmente b ovina y trashumante, se debía a las grandes superficies de tierra disponibles para pasto del ganado y a la aparición de la oveja merina y la gran aceptación que tuvo su lana en los mercados europeos. La Monarquía la utilizó como importante fuente de ingresos estatales.

A lo largo de los siglos se fueron creando distintos núcleos de población que con el tiempo se transformaron en parroquias y villazgos (Galapagar en el s. XVI, Colmenarejo, Villanueva del Pardillo (aunque sin alcaldes propios) en el XVIII y Torrelodones en el XIX, etc. Formalmente la dependencia del Real de Manzanares de la Casa del Infantado se mantendrá hasta bien entrado el siglo XIX. Es decir que durante casi siete siglos hemos estado integrados en el Real de Manzanares.

Por esta vinculación histórica hemos decidido que nuestra Asociación incorpore el término “Real de Manzanares” no solo como principal ámbito de actuación sino también como seña de identidad y de mutuo reconocimiento de pertenencia entre los distintos pueblos de nuestra comarca.

 

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