Debate en el COAM: Duelo al Sol (30/01/2014)

Por mcypweb, Dom, 09/02/2014 - 22:45

Como describe Jaime Matamoros: “La sala llena, mucha gente, variada, hombres con trajes severos y corbatas, como brokers, pero también mucha gente joven, parecían estudiantes…”.

El debate estuvo mejor de lo que se podía esperar y tuvo intensidad y respuesta por parte del público asistente, y aunque el motivo principal de la convocatoria era hablar sobre el futuro de la Puerta del Sol -tema que el Colegio de Arquitectos, en colaboración con el Ayuntamiento de Madrid ha recogido en un concurso de ideas denominado Piensa Sol que se fallará próximamente- la presencia en la mesa del arquitecto de la Operación Canalejas, Carlos Lamela, dio un giro al debate, que acabó siendo casi monográfico sobre esa operación inmobiliaria y dejando el tema de Sol en segundo plano. En la mesa se sentaron, Carlos Lamela, el arquitecto y urbanista José María Ezquiaga, autor del Plan Centro, y el director del Consorcio de Transportes Dionisio González. Unas breves palabras del decano del COAM, José Antonio Granero, abrieron el debate tras la presentación de los moderadores, los arquitectos Carlos Lahoz y Manuel Leira.

Manifiesto leído por Vicente Patón, presidente de Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, durante el acto

La exposición de Carlos Lamela, que intervino en primer lugar, consistió en una extensa información sobre las cualidades de su proyecto y la inevitabilidad de la propuesta para encajar el ambicioso programa de los promotores. Asistido por una escogida secuencia de imágenes de lo lujosos que pueden quedar los edificios y de lo degradado que está su entorno, no pudo evitar la impresión de que el proyecto de la manzana de Canalejas es un puro disparate. Tampoco fue muy hábil (o es imposible serlo con tamaño ladrillazo) y evidenció por múltiples lados tanto la brutalidad de la propuesta como la propia viabilidad de la misma. Las explicaciones que dió sobre la necesidad de forjados completamente horizontales y continuos en toda la parcela no convencieron como justificación para demoler todo el conjunto y levantar esa altura desmesurada, que además quedó ilustrada con una imagen en movimiento donde los edificios actuales se inflaban hasta dar pánico a los presentes, lo que se ganó el calificativo de “soufflé”, utilizado el resto de la tarde para referirse al proyecto. Tampoco resultaron creíbles sus justificaciones acerca de lo degradados que están todos los bajos comerciales de la zona “y nadie se queja de nada” y lo bien que quedarían sus escaparates de lujo, sin caer en la cuenta de que los únicos bajos que se conservan sin degradar son precisamente los de estas sedes bancarias, que no necesitan de marcas más o menos prestigiosas para ser magníficos, con sus artísticas rejas y zócalos de piedra.

José Mª Ezquiaga hizo una intervención larguísima del Plan Centro, con la que intentó convencer a todo el espectro de asistentes a la sala, y en la que junto a aspectos razonables expuso otros más dudosos u oportunistas, pero no se le pudo negar su habilidad expositiva y el trabajar con datos y argumentos consecuentes, aunque deslizó inevitables alusiones a la necesidad de flexibilizar –dichosa palabra- los usos y modos de actuación sobre el patrimonio, y al peligro de aplicar un tratamiento excesivamente rígido a la herencia del pasado. Como si los que queremos conservar el patrimonio fuésemos una rancia secta que se opone a todo cambio por sistema.

El director del Consorcio de Transportes, Dionisio González, tuvo una primera intervención breve y muy técnica sobre transporte y movilidad urbana, en la que dio el dato revelador de que el nudo subterráneo ferroviario que existe en Sol mueve por la zona 75 millones de personas al año, pero en su segunda alocución se le ocurrió decir que los transportes no han subido nada, al parecer gracias a la dichosa campaña del Vodafone Sol, lo que levantó las consecuentes y contundentes protestas del público.

Como comenta Álvaro Bonet al hilo de esta cuestión: Para una ciudadanía tan acostumbrada (malamente) a los engaños filológicos y la perversión del lenguaje, no nos damos cuenta que el hecho de que el Ayuntamiento "renuncia al intercambiador" no implica que no se haga una estación de autobuses subterránea.

En efecto, intercambiador implica que confluyan al menos dos tipos de medios de transporte (para el caso metro y buses), que es a lo que renuncian: a unir la megaparada subterránea de autobuses con la estación de metro Sevilla. Sin embargo no renuncian a re-comprar el aparcamiento de Sevilla para convertirlo en la estación subterránea. Para ello se construyen argumentarios del tipo: "no cumple con las exigencias de un aparcamiento del siglo XXI (no sé en qué se diferencia de uno del siglo XX)" No sé si habrán visto otros aparcamientos pero el de Jacinto Benavente, las Descalzas Reales, el de Recoletos, o Plaza Mayor, por citar ejemplos, son muy semejantes: igual de apurados y viejunos, insalubres y lúgubres.”

Una vez abierto el debate, intervino entre los primeros turnos el arquitecto José Miguel Gastón de Iriarte, criticando que “el Ayuntamiento no ha flexibilizado su postura; se ha puesto a disposición del cliente (Santander y OHL), tirándose al suelo como una alfombrilla”lo que provocó los primeros aplausos. Nos comenta el periodista José Miguel Mateache sobre este entreguismo de las entidades públicas: “¿Cómo es posible que ese personaje diga en público que ‘Four Seasons’ exigió ‘imperiosamente’ que se hicieran las necesarias modificaciones a la legalidad vigente?...¿Cómo puede justificar la unificación interior de los siete edificios porque eso no se puede hacer en un hotel de lujo?...¿cómo puede declararse ‘fachadista’?... y, ¿cómo puede decir sin inmutarse que todo el proyecto se ajusta a la legalidad cuando esta ha sido torcida por la mayoría absoluta de un partido que sirve a la propiedad y a la constructora del mismo?...”

La presencia de MCyP fue muy notoria, y además de las intervenciones de su presidente, que puntualizó que “el debate es imposible por demasiado ambicioso y además llega tarde”, y delató el modo en que la ciudad se hace por los promotores privados al margen de todo estudio o teoría urbana, hablaron otros asistentes como Javier Alau, de forma que Jaime Matamoros califica de deliciosa al recordar que: “dibujó el sinsentido de un hotel de 5 estrellas -como pretende Canalejas- en una zona menestral, de bocatas de calamares y turistas buscando un souvenir. Muy realista, creo yo, e irónico. La inteligencia al poder...,”.

También comenta Jaime: “Mi sensación es que las intervenciones estaban mediadas por la crítica radical (de raíz) de Madrid Ciudadanía y Patrimonio. Por ejemplo, Lamela presentó la reforma de su estudio haciendo una breve historia de los edificios, por lo que me enteré que varios de ellos ya han tenido 'recrecidos y han aumentado su volumen con más pisos de los que originalmente tenían’. En cambio, la crítica al entorno de la plaza Canalejas me pareció vacía, ya que transmite esa idea de ‘limpieza y lujo’, que debe tener una ciudad, y que delata su visión del mundo. Por no mencionar comentarios eurocéntricos y casi racistas, como decir que si miraba esas fotos individualizadas no sabía si Madrid era Caracas.”

Intervino, muy claro y reivindicativo, Álvaro Bonet, y Jesús Rodríguez, que creó un divertido momento en la sala al demostrar en su “tablet” la autoría de una de las fotos que Carlos Lamela acababa de emplear en la exposición de su proyecto. Casi al final del debate habló Amparo Berlinches, cuya breve alocución –rodeada de absoluto silencio- fue calificada por el arquitecto Jesús Gago como la mejor de la tarde, en lo que muchos estuvimos de acuerdo, pues tocó el punto sensible de la tremenda demolición de los principios legislativos y éticos por los que se rigen las sociedades democráticas y civilizadas, que ha supuesto el caso Canalejas.

Sobre el tema de Sol, una mayoría de intervenciones del público se decantó por la defensa de la plaza limpia y sin obstáculos, habiendo sido escasas las palabras en otro sentido, y algunas tan “pintorescas” como la de la representante de los comerciantes de la zona, Paloma de Marco, muy contenta con el proyecto Canalejas y partidaria de un centro finísimo y riquísimo a lo Place Vendôme, que nadie se cree en ese entorno de manolas, cañas y calamares, que la devastadora política cultural de nuestros gobernantes y su afán por exprimir el turismo “hooligan”, no ha hecho sino incentivar cada vez más. Jaime Matamoros describe muy acertadamente esa intervención de la representante de los comerciantes de la Puerta del Sol: “Por su parte, la comerciante de Sol sí nos dio una foto fija del pensamiento de cierta derecha ágrafa, y lo digo con pena, porque son nuestras vecinas y vecinos. Por suerte, el auditorio se arrancó por murmullos y carcajadas. "Los políticos están para beneficiar los pelotazos de las empresas fuertes", "Si una empresa tan importante como Four Season ha elegido Madrid hay que darle todas las facilidades", "Los autobuses mejor enterrados, que no se vean", "Ella va siempre a trabajar en coche porque la da la gana", etcétera. Lo tremendo es pensar cómo son las reuniones entre los asesores de la alcaldesa, los arquitectos del estudio Lamela y este tipo de comerciantes-ciudadanos. Da pavor pensarlo y, al parecer, son quienes deciden cómo se hace la ciudad. Pensar que alguien con una idea del mundo tan simple y superficial pueda entender un fenómeno como el 15M es imposible. Fue muy instructivo.” También Jaime nos describe la interesante intervención que tuvo Jon Aguirre, de Paisaje Transversal: “Muy afortunada. De manera diplomática, agradeció el proyecto Piensa Sol... para afear tanto el experimento del banco (porque se ríe del concepto de participación ciudadana, que es su trabajo y el de su equipo), y decir claramente que el problema de Madrid no es reformar Sol y ni siquiera "revitalizar el centro" (¡ese mantra!), sino la periferia de la ciudad, la que está entre el anillo de la M-30 y la M-40, abandonada a su suerte.” algo que ya José María Ezquiaga había comentado en su intervención.

En la parte final del debate, Nicolás Maruri intentó justificar desde la labor de la CPPAHN, comisión en la que actúa como representante del COAM, tanto la operación Canalejas como la del Palacio de la Música, que según él no se vacía en su interior, cuando es de pura lógica que se pondrá horizontal el patio de butacas, lo que llevará al recorte de los anfiteatros y a la anulación del actual escenario. Vicente Patón le tuvo que recordar que “eso ya nunca será una sala de espectáculos sino un remedo que además no justifica mayor actividad económica de la que tendría una sala de conciertos bien programada y administrada”. El presidente de MCyP cerró el turno de intervenciones dudando que la colosal obra de vaciar los edificios de Canalejas para levantar en su lugar un escandaloso “soufflé” que desfigura la silueta de los edificios protegidos, para obtener tan sólo 1000 metros cuadrados a cambio, sea ni siquiera la opción más rentable, además de ser la más lesiva con el patrimonio y la imagen de la ciudad.

La idea resumen que Ángela Souto nos remite sobre el debate no es en cambio nada complaciente: Airada con lo que escuché a lo largo de casi 3 tediosas horas en las que me pareció asistir a un complot en el que todo estaba acordado y comprado, incluidos ciudadanos de a pie (no sólo la lotera que además es ciudadana de a coche).

En fin, qué lástima de debate y qué poco interés tuvo. El 90% no fue debate, sino propaganda para ver si nos colaban toda esa basura injustificable. A Lamela que le quiten lo bailao, total unos minutos de sonrojo compensan cuando el encargo, el proyecto y la obra tienen todos los apoyos institucionales y económicos. No tuvo ningún pudor en pasarle el marrón de una pregunta capciosa a Ezquiaga, que respondió ni se sabe cómo ni por qué a algo que no le correspondía responder a él.  El director de Patrimonio y Paisaje urbano del Ayuntamiento resultaba de una mediocridad abrumadora. El de transportes otro tanto de lo mismo. Caray, ¡sólo Lamela parecía tener tablas, qué lamentable, colegas!”.

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