Ante la inminente remodelación de Plaza de España

Por mcypweb, Sáb, 28/10/2017 - 12:33

Con el presente comunicado, Madrid, Ciudadanía y Patrimonio quiere expresar su preocupación por la deriva que ha tomado la remodelación de la plaza de España, que –según las últimas noticias‐ se va a extender más allá del ámbito inicial previsto para incluir la cuesta de San Vicente, donde se pretende sustituir por un arriscado talud ajardinado el imponente muro de contención que sostiene y delimita los jardines de Sabatini, proyectados en 1933 por el arquitecto Fernando García Mercadal tras ganar el concurso correspondiente, pero cuya ejecución –interrumpida por la Guerra Civil‐ se prolongó hasta 1949 (ver Informe sobre la Plaza de España).

Este monumental muro de ladrillo visto con cadenas de refuerzo de sillería en las esquinas está interrumpido por una puerta enverjada que da acceso a los jardines, a los que se asciende mediante una doble gradinata o rampa “a la italiana” (esto es de grandes escalones inclinados) que convergen ante un rellano presidido por un gran nicho de piedra caliza, que cobijaba una sencilla fuente mural, eliminada recientemente por el Ayuntamiento tras permanecer durante largos años seca y con su plato roto.

 

Talud ajardinado que sustituirá al muro de contención de los jardines de Sabatini, según el proyecto ganador del concurso de la plaza de España.

 

Igualmente, hay que lamentar la modificación propuesta del monumento a Cervantes que preside la plaza, y que va a ser girado 180º, contraviniendo la disposición que le otorgaron sus autores, que atendiendo a la pendiente del terreno lo dispusieron mirando hacia el horizonte, de modo que las figuras de D. Quijote y Sancho Panza –inicialmente exentas‐ se dirigían hacia la extensa llanura manchega en busca de nuevas aventuras bajo la mirada de su autor, mientras que , de culminar la reforma prevista, ahora dirigirán sus pasos hacia el vestíbulo del hotel Riu que ocupará el Edificio España. Madrid, Ciudadanía y Patrimonio se opone a tan gratuito giro y desplazamiento que implica una lesión indiscutible de la filosofía e integridad física del monumento.

Por desgracia, estas dos modificaciones injustificables (que estaban recogidas en el proyecto ganador del concurso) al parecer han recibido ya la pertinente autorización de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, con la habitual opacidad que caracteriza sus actuaciones (pues hay que recordar que las actas de las comisiones son secretas), y a pesar de estar la plaza de España comprendida en el Conjunto Histórico de Madrid (declarado por decreto 41/1995) e integrada en el entorno de protección de tres Bienes de Interés Cultural, como son la Casa Gallardo (declarada en 1997), la Real Compañía Asturiana de Minas (incoada en 1977) y el convento carmelita de Santa Teresa y San José (declarado en 1995).

 

Esquema del proyecto del anterior equipo de gobierno donde se muestra el enlace directo previsto entre las nuevas instalaciones subterráneas proyectadas y sólo cuatro edificios circundantes (tres de ellos, con uso hotelero.

 

Culmina así un proceso que tuvo su origen con la desdichada rebaja de protección del Edificio España, que implicaba la necesidad de remodelar la plaza, pues en una insólita decisión el Ayuntamiento otorgó a sus propietarios que las pertinentes plazas de aparcamiento que exigía el nuevo rascacielos pudiesen emplazarse en el subsuelo del espacio público para que no tuviesen que “sacrificar” con este uso parte de la edificabilidad de su inmueble. Y lo que comenzó encubriendo una nefasta operación especulativa, que desprotegía un edificio emblemático ‐afortunadamente revertida gracias a la acción social‐, hoy vemos que trae como consecuencia esta innecesaria actuación urbanística que dará al traste con una plaza que solo requería una labor profunda de mantenimiento.

Y si el cambio del equipo de gobierno municipal permitió cobijar la esperanza de que la reforma se limitase a la restauración del ámbito existente, las sucesivas etapas del mal llamado “proceso participativo” impulsado por el Ayuntamiento pronto demostraron que nada había cambiado, pues tras una serie de sesiones consultivas que culminaron con el abandono de buena parte de las asociaciones vecinales convocadas: Ecologistas en Acción, FRAVM, Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, etc. , se establecieron unas bases (entre las que se incorporó la obligatoriedad de mantener en su sitio el monumento a Cervantes) que sirvieron para convocar un concurso público, en el que la propuesta más votada por los madrileños fue rechazada en favor de otras dos seleccionadas por un jurado técnico, de las que saldría la ganadora actual tras una nueva votación que fue muy cuestionada.

Nos cuestionamos en aquella ocasión ‐y a la vista del resultado nos seguimos cuestionando‐ por qué un problema que requería inicialmente una aproximación técnica se debía trasladar a la ciudadanía, eludiendo una responsabilidad política que –como en tantas otras ocasiones‐ este ayuntamiento acostumbra a derivar en aras de la “participación”, para finalmente, después de la inversión intelectual y económica de unos y otros, considerar que las soluciones propuestas no resultan válidas y terminar adjudicándose con variaciones inexplicables que a nadie satisfacen.

En definitiva y en el caso del proyecto para la Plaza de España que nos ocupa, encontramos mal planteado y mal resuelto el problema, desde el inadecuado el sistema de consulta ciudadana hasta el método de selección de propuestas que no fueron atendidas en consecuencia con el planteamiento del concurso.

Y lo que es más grave, por afectar al patrimonio de nuestra ciudad y tener consecuencias irreversibles:

  • el movimiento innecesario y gratuito de un monumento perfectamente ubicado en el lugar para el que fue concebido
  • la injustificada y mal definida sustitución del cerramiento de los Jardines de Sabatini obra del arquitecto Mercadal, en lugar tan singular y sensible de nuestra ciudad.
  • la intervención prevista sobre estos mismos jardines, que altera considerablemente su imagen histórica. 

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