Este Bien de Interés Cultural reúne algunos de los edificios más emblemáticos de la renovación de la enseñanza en el primer cuarto del siglo XX. Así, a la histórica Residencia de Estudiantes suma los edificios docentes del Instituto Escuela –desgraciadamente muy alterados-, el Auditorio con fachada a la calle de Serrano –reconvertido en la iglesia del Espíritu Santo-, e incluso la llamada “Fundación Rockefeller”.
La Residencia de Estudiantes fue fundada en 1910 por la Junta para ampliación de Estudios hasta 1936, ambas producto de las ideas renovadoras de la Institución Libre de Enseñanza fundada en 1876 por Francisco Giner de los Ríos, se convirtió en el primer centro cultural de España de creación e intercambio científico y artístico de la Europa de entreguerras. De la calle Fortuny, 14 se trasladó a su ubicación definitiva en la Colonia de los Chopos en 1915. Se trata de un conjunto de edificios construidos en estilo neomudéjar donde la luz es protagonista. Los edificios gemelos de Antonio Flórez y el denominado transatlántico, son los más significativos del conjunto. Tienen las características de la arquitectura de este autor, ladrillo visto, grandes ventanales y amplias cornisas que repite en muchos grupos escolares de Madrid como el Menéndez Pelayo o el Jaime Vera. De esta primera época denominada Edad de Plata, numerosas figuras relevantes de la cultura española del siglo XX fueron residentes como el poeta Federico García Lorca, el pintor Salvador Dalí, el cineasta Luis Buñuel o el científico Severo Ochoa; y otros fueron visitantes asiduos como Juan Ramón Jiménez, Manuel de Falla, Rafael Alberti, Blas Cabrera, etc. Con la llegada de la Guerra Civil, las actividades en la Residencia de Estudiantes finalizaron bruscamente y el edificio fue ofrecido como hospital, orfanato y cuartel de carabineros. Tras la finalización de la contienda, muchos profesores y residentes se vieron forzados a exiliarse, se clausuró la Junta para Ampliación de Estudios y parte de las instalaciones de la Residencia pasaron a depender del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Sobre el auditorio se erigió la Iglesia del Espíritu Santo, obra del arquitecto Miguel Fisac, y confiada al Opus Dei. En 1943, la biblioteca de la Residencia de Estudiantes fue trasladada al Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, actual Universidad Complutense, rescatada parcialmente en 2010 por el profesor José Luis González Llavona.
A finales del siglo XX se acometió una restauración integral del conjunto a cargo de los arquitectos Estanislao Pérez Pita y Jerónimo Junquera, abriendo sus puertas en 1986 como fundación privada creada por el CSIC con el objetivo de recobrar el viejo espíritu y actividades que dieron vida a la antigua Residencia y recuperar la memoria histórica de la llamada Edad de Plata de la cultura española (1868-1936), a través de charlas, exposiciones y otros actos públicos en los que intervienen actuales personalidades de las artes y las ciencias. En esta restauración se ha recreado una habitación histórica de la Residencia en uno de los Pabellones Gemelos. En 2015, a la Residencia de Estudiantes le fue concedido el Sello de Patrimonio Europeo, por su labor desempeñada en la historia y cultura de Europa.
A este conjunto se sumaron en 1926 nuevos terrenos para acoger los edificios docentes del Instituto Escuela (creado en 1918 por el Ministerio de Instrucción Pública para ensayar nuevos métodos de enseñanza bajo la tutela de la Junta de Ampliación de Estudios), que fueron construidos siguiendo un vial perpendicular a la calle de Serrano que va a marcar definitivamente la ordenación del futuro “campus” del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Al sur de este eje, se levanta entre 1927 y 1930 el edificio del Instituto de Física y Química costeado por la Fundación Rockefeller, que realizan los arquitectos Manuel Sánchez Arcas y Luis Lacasa tras ganar el concurso convocado al efecto. Su proyecto se caracteriza por un estudio concienzudo del uso previsto, pero sin renunciar a la simetría compositiva ni la monumentalidad, que se manifiesta en el estilizado orden columnario “americano” que señala el cuerpo central de acceso, diseñado como un homenaje mudo a la fundación que sufragaba las obras y que expresamente prohibía que figurase su nombre en los edificios que costeaba. De este modo se obtiene una arquitectura que si no es racionalista, es razonable, como defendían sus autores.
Al norte del mismo se construyen entre 1931 y 1935 los edificios independientes del Parvulario, y de la Sección Preparatoria del Instituto Escuela, que acogía niños de ambos sexos de 4 a 17 años. Ambos inmuebles fueron diseñados por los arquitectos Carlos Arniches y Martín Domínguez, con la colaboración del célebre ingeniero Eduardo Torroja para calcular las marquesinas voladas del Parvulario, que se desarrollaba en una sola planta con seis aulas dispuestas en línea abiertas mediante grandes cristaleras a otros tantos jardines independientes; mientras que el edificio de la Seccion Preparatoria se desarrollaba en altura, con dos plantas elevadas sobre “pilotis” para crear un patio cubierto en planta baja, dotada cada una con catorce aulas repartidas en dos alas que flanquean un patio en “U” abierto hacia el oeste. Este cuerpo se enlaza mediante el núcleo de escaleras a un segundo cuerpo en “U” más pequeño con la orientación opuesta, que acoge los despachos de administración y los espacios comunes. Por desgracia, durante la dictadura ambos edificios -modelos de la nueva arquitectura educativa que primaba la funcionalidad y la higiene sobre la representatividad- sufrieron reformas que alteraron su composición y proporciones, con la adición de una planta sobre el Parvulario y la alteración de la envolvente en el de la Sección Preparatoria, que no sólo fue recrecido en altura sino que se adaptó a la estética impuesta por el nuevo régimen, incorporando incluso una estatua ecuestre del dictador modelada por el escultor Fructuoso Orduna.
Por último, los mismos arquitectos levantaron simultáneamente el Auditorium de la Residencia de Estudiantes, alineado con el Instituto de Física y Química pero con fachada hacia la calle de Serrano para favorecer su visibilidad y la afluencia del público. Se trataba de una construcción muy sencilla, claramente racionalista, compuesta por una gran sala de conferencias –con patio de butacas y anfiteatro- enlazada mediante un claustro flanqueado por aulas a una amplia biblioteca situada al sur, dejando entre ambas un pequeño patio abierto hacia la vía de acceso. Esta sala se convirtió en uno de los centros claves de la cultura española de la inmediata preguerra, acogiendo disertaciones de las figuras internacionales más destacadas del momento: Bergson, Einstein, Howard Carter, Chesterton, Paul Valéry, Madame Curie, Stravinski, Paul Claudel, Louis de Broglie, H. G. Wells, Max Jacob, Louis Aragon, Le Corbusier, Edwin Lutyens, Keynes, etc.
Tras la Guerra Civil, el recién creado CSIC –heredero de la Residencia y del Instituto Escuela- decide convertir este auditorio en la nueva iglesia del Espíritu Santo, para paliar así uno de los “pecados” fundacionales de la Residencia: la ausencia de esa capilla católica que todavía presidía la mayoría de las fundaciones docentes españolas. Afortunadamente la obra recae en uno de los mejores arquitectos del momento, Miguel Fisac Serna, que aprovecha los muros preexistentes para elevar entre 1942 y 1947 una construcción de gran sobriedad, impregnada del espíritu clasicista de la arquitectura nórdica de Asplund- cuya influencia es visible en el gran tambor que cobija la cúpula del presbiterio- y de la germánica del arquitecto especialista en arquitectura religiosa Dominikus Böhm -que se hace patente en la fachada-. Cinco años después el propio Fisac ocupa con la biblioteca Hispano Alemana “Goerres” el claustro adyacente, que cubre con grandes cerchas metálicas revestidas interiormente por unas ondulantes escayolas que integran la novedosa iluminación fluorescente, y que –en palabras de Vicente Patón- ofrece “una solución sorprendente en ese momento y en ese lugar, que expresa resonancias del organicismo nórdico de Alvar Aalto”.
