La casa-palacio es una tipología donde se combina una vivienda señorial -para el propietario y su familia- en la planta principal con pisos de alquiler más o menos extensos en las superiores. Este inmueble de la calle de Serrano, nº 9 es también conocido como casa-palacio del marqués de Portago, por haber sido el VI marqués de este título y su esposa la condesa de la Mejorada quienes encargaron en 1907 al arquitecto Joaquín Saldaña López -el favorito de la aristocracia madrileña- que remodelase el palacio previo –construido hacia 1870 por el padre de la condesa- para convertirlo en su residencia. El edificio original tenía planta en “L” y tres pisos de altura, que Saldaña amplió con dos nuevas crujías para crear un patio central cerrado, modificando la distribución interior; recreciéndolo además con una planta más ático para incrementar las viviendas en alquiler. Igualmente sustituyó las fachadas originales de estilo neoclásico tardío, compuestas por un basamento de sillería sobre el que descansaban dos pisos de ladrillo visto ritmados por pilastras dóricas colosales de piedra caliza que enmarcaban siete grupos de balcones superpuestos –tres de ellos en el tramo central, levemente resaltado al igual que los extremos-, y sostenían una poderosa cornisa corrida sobre la que descansaba el tejado de pizarra. En cambio los nuevos alzados, aunque mantienen el número de vanos, regularizan su distribución y los enmarcan entre miradores volados extremos, que se prolongan sobre la cornisa de coronación para formar en el ático dos “torreones” amansardados revestidos de pizarra, enlazados por una balaustrada que delimita la terraza superior. Como es habitual en Saldaña, la decoración se inspira en estilos academicistas franceses promovidos por la prestigiosa École des Beaux-Arts, que han venido genéricamente a definir el llamado “estilo de los Luises” propio de la Belle Époque, y que se caracterizan por el empleo de un repertorio neobarroco de guirnaldas, medallones, ménsulas, etc., ejecutadas en piedra artificial sobre paramentos revocados de color claro contra los que se recorta la rejería neorrococó de balcones y portales.
El inmueble permaneció en manos de sus propietarios hasta ser vendido a la empresa Edificios Clásicos, que proyectaba su demolición y sustitución; pero afortunadamente en 1975 fue adquirido por el Banco del País poco antes de ser incoada su declaración como Monumento Histórico-Artístico, por lo que en 1977 la entidad propietaria encargó al arquitecto Jaime Alvear Criado su reforma para adaptarlo al nuevo uso bancario. Esta intervención afectaba especialmente a las plantas semisótano, baja y primera -la antigua zona palaciega-, pero fue efectuada con respeto, conservándose el magnífico portal cubierto con una sucesión de bóvedas baídas; la elegante escalera principal con pasamanos de forja y latón dorado, iluminada por huecos con vidrieras de Mauméjean; los recercados de mármol de las puertas con sus carpinterías originales; y algunos salones con su decoración íntegra, como el comedor de gala o la sala de música, con sus chimeneas y apilastrados – jónico y corintio, respectivamente- bajo techos con cenefas y guirnaldas de escayola parcialmente doradas; debiendo destacarse la conversión en patio de operaciones del central, ampliado con una crujía y cubierto por una vidriera decorativa que imitaba las existentes. Una intervención posterior convirtió los pisos superiores en oficinas, siendo alquilado en 1990 al Colegio Oficial de Abogados de Madrid para que instalase su sede, convertida en definitiva tras adquirirlo en 1998.
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