A principios del siglo XIX, los principales bancos abrieron sus sedes en Madrid, como así lo hizo el Banco Español de Crédito en 1920 ocupando el edificio que la Sociedad de Seguros La Equitativa construyó entre 1882 y 1891. El edificio denominado Palacio de la Equitativa, ubicado en la confluencia de las calles Alcalá y Sevilla, fue proyectado por el arquitecto José Grases Riera en un solar de planta triangular, en cuyo vértice se alza un templete de tonos dorados, negros y cobrizos con un reloj flanqueado por dos figuras doradas. La fachada, donde se mezclan diferentes estilos, destaca por sus ménsulas en forma de cabeza de elefante que sustentan un balcón. En 1920, el edificio sufre una reforma interior y se le añade una planta más, bajo la dirección de Joaquín Saldaña, para adaptarlo a sede del Banco Español de Crédito. Más tarde, en 1945, Enrique Cebrián se encargó de realizar un segundo sótano y el patio de operaciones ocupando el espacio central de la composición. Diez años después, Francisco Cánovas del Castillo y Javier Barroso llevan a cabo una segunda reforma encaminadas a levantar tres plantas más, las dos últimas retranqueadas.
El Banco Español de Crédito, conocido por el acrónimo BANESTO, fue absorbido en su totalidad en 2013 por el Grupo Santander, que en 2004 había trasladado los servicios bancarios a la Ciudad Financiera del Grupo Santander en Boadilla del Monte. En 2007, el Ayuntamiento aprobaba el Plan Especial de Canalejas para convertir el antiguo edificio de la Equitativa junto con el antiguo edificio del Banco Hispanoamericano en un Centro Comercial de Lujo, el "Centro Canalejas Madrid". Ambos edificios fueron comprados más tarde por la empresa constructora OHL, perteneciente al Grupo Villar Mir, que realizará las obras del proyecto del arquitecto Carlos Lamela. El proyecto ha supuesto la completa desprotección y destrucción (a excepción únicamente sus fachadas, patio y primera crujía) de unos edificios protegidos como Bien de Interés Cultural. Tras la denuncia interpuesta por MCyP, finalmente la Fiscalía de Medio Ambiente resolvió con una sentencia condenatoria para el arquitecto de la obra del conjunto Canalejas, Carlos Lamela, pero no se pidió ninguna responsabilidad a las administraciones competentes en la protección de nuestro Patrimonio. El daño, irreversible, ya estaba hecho.