Claustro contiguo al templo parroquial de San Jerónimo el Real

El claustro contiguo al templo parroquial de San Jerónimo el Real formaba parte de un desaparecido monasterio de la orden jerónima. En 1464, reinando Enrique IV, se construyó el primitivo monasterio jerónimo de Santa María del Paso junto al camino del Pardo, cerca del río Manzanares, pero debido a la insalubridad del lugar los monjes pidieron a los Reyes Católicos que les permitieran trasladarse a un lugar más saludable, privilegio que obtuvieron en 1503. El lugar elegido fue la zona oriental extramuros de la Villa de Madrid, donde se construyó un nuevo templo al que se agregó el claustro gótico trasladado del monasterio original, levantándose entre 1533 y 1537 un segundo claustro anejo de estilo plateresco –hoy desaparecido-, lo que permitió renovar el primero, sustituyéndolo por otro de estilo herreriano iniciado ya en 1558 y terminado por Francisco de Mora en 1612, pero que hacia 1654 ya amenazaba ruina, siendo nuevamente sustituido en 1671 -aprovechando en lo posible sus materiales- por Fray Lorenzo de San Nicolás con los maestros de obras José Sopeña y Miguel Martínez, aunque los trabajos no terminaron hasta el reinado de Fernando VI, a mediados del siglo siguiente. De planta cuadrada, consta de dos pisos con distinta altura –más elevado el inferior- con cinco arcos por panda separados por semicolumnas toscanas sobre plintos, dobladas en los machos de las esquinas, que sostienen entablamentos corridos; rematándose el superior por unos canecillos muy avanzados para sustentar la cubierta -hoy desaparecida-. La decoración se reduce a molduras y claves, complementadas con unos escudos reales en la arcada inferior y de la orden jerónima en la superior. Este claustro acogía algunas celdas pero también capillas y sepulturas, y estaba destinado a la celebración de ceremonias procesionales y palatinas, llegando a integrarse la panda este en el Palacio del Buen Retiro, que tuvo su origen en el  Cuarto Real adosado por Felipe II al monasterio, compuesto por varias estancias que servían para “retiro” de los monarcas tras las grandes ceremonias religiosas, y que tras sucesivas ampliaciones daría lugar al Real Sitio promovido por Felipe IV a partir de 1630. La invasión francesa en 1808 supuso la ruina para este conjunto, del que sólo se conservan actualmente el Casón y el Salón de Reinos, y también causó graves daños en el monasterio, que fue transformado en cuartel de artillería; y aunque después los monjes volvieron a ocuparlo y repararon los desperfectos, la Desamortización de Mendizábal supuso su definitivo abandono en 1836, cayendo en ruinas, por lo que entre 1852 y 1855 fue desmantelado en su mayor parte por Narciso Pascual y Colomer al restaurar el templo anejo, sin que llegase a efectuarse su propuesta de completar el claustro o reutilizarlo para formar una nueva fachada para el vecino Salón de Reinos. Entre 1880 y 1882 Enrique María Repullés y Vargas convirtió el templo en iglesia parroquial del nuevo barrio “de los Jerónimos”, y adosó a la cabecera una casa parroquial que ocupaba parte de la panda oriental del claustro, pero sin llegar a restaurarlo; fracasando también las propuestas de rehabilitación realizadas por Jesús Carrasco Muñoz-Encina en 1910 y por Pedro Muguruza Otaño diez años después. En 1963-64 el arquitecto José Manuel González Valcárcel realiza obras de consolidación del claustro, y en 1974 Fernando Chueca Goitia propuso una vez más la reconstrucción del claustro para ampliar el Museo del Prado; siendo finalmente Rafael Moneo Vallés el encargado de llevar a cabo esta actuación entre 2001 y 2007, lo que exigió desmontar la parte subsistente para restaurarla, permitiendo además realizar prospecciones arqueológicas que han proporcionado suficientes piezas del claustro tardogótico original como para recrear su composición.