En las Cortes europeas del siglo XVIII florecen las manufacturas bajo patrocinio real, aunque también las hay de iniciativa privada. En Madrid se crearon numerosas fábricas controladas por la Corona, como es el caso que nos ocupa, alcanzando un gran esplendor. En 1780 se ideaba la creación de la Real Fábrica de Aguardientes y Naipes y al año siguiente se iniciaba la construcción del edificio que debía albergar la manufactura, que sería concluido en 1792. El encargado de la obra fue el arquitecto Manuel de la Ballina quien diseña un edificio de planta rectangular, cuyos grandes espacios se organizan en torno a tres patios interiores, siendo el central cuadrado y de mayores dimensiones, otorgando al edificio mayor ventilación e iluminación. Las fachadas son de líneas sencillas, sobre zócalo de piedra, dos alturas, rematadas por cornisa y buhardillas; los vanos adintelados organizados simétricamente, y esquinas rematadas en frontones. En la fachada principal hacia la calle de Embajadores se abren tres accesos en disposición simétrica y enmarcadas con pilastras dóricas, destacando el central con un balcón corrido rematado por un escudo.
La Ral Fábrica de Aguardientes y Naipes cambió de uso durante la ocupación francesa, albergando la Fábrica de Cigarros y Rapé. Entre 1829 y 1838 llegaron a trabajar en ella cerca de 3.000 trabajadores, la mayoría mujeres, las llamadas "Cigarreras de Lavapiés", cuyas penosas condiciones de trabajo, unidas a la mecanización del trabajo, provocaron numerosas protestas de las trabajadoras. El edificio sufrió diferentes incendios a lo largo del siglo XIX, bajando su rendimiento, lo que condujo a que en 1887 la fábrica fuera adjudicada a la Compañía Arrendataria de Tabacos, que supondría varios proyectos de reforma del edificio destinadas a saneamiento y mecanización de las instalaciones. La remodelación más importante fue la llevada a cabo por el arquitecto Amós Salvador Carreras y el ingeniero José Ortuño en 1903 que supuso el aumento en altura de una tercera planta, sustituyendo la planta abuhardillada original por una cubierta a dos aguas y la cubrición de los patios mediante acristalamiento, a la que se sumó la construcción de un pequeño pabellón para generadores en el patio trasero. Tras la reforma la organización de los espacios dentro del edificio quedaba de la siguiente manera: "almacén general en los sótanos; batido y preparación de rama en los flancos de la primera planta y patios acristalados; los despachos, oficinas y zona noble en la fachada a la calle Embajadores; talleres de elaboración en la añadida planta tercera". En 1908, se procede al cerramiento de la fábrica mediante una tapia a la calle Miguel Servet y Glorieta de Embajadores, obra del ingeniero Manuel Pardo Pérez. En 1945, Tabacalera S.A. adquiriría el monopolio de tabacos por decreto.
El edificio funcionó como Fábrica de Tabaco hasta 2000, después de la privatización de La Tabacalera/Altadis, quedando el edificio sin uso y abandonado, lo que abrió un período de luchas de colectivos vecinales solicitando que el edificio se convirtiera en un espacio público a falta de este tipo de espacios en Lavapiés. Finalmente el edificio es adquirido por el Estado, para convertilo en Centro Nacional de Artes Visuales (CNAV), que finalmente no se lleva a cabo por falta de presupuesto, pero que dará lugar a Tabacalera Promoción del Arte gestionado por la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes del Minsiterio de Cultura y Deporte con interesantes exposiciones temporales y actividades. En 2010, el Ministerio firma un contrato con varios colectivos de Lavapiés (Red de Colectivos de Lavapiés) por el que se les hacía entrega de diversos espacios habilitados de la antigua fábrica para albergar distintas iniciativas sociales y culturales, surgiendo el Centro Social Autogestionado (CSA) La Tabacalera de Lavapiés ofreciendo un amplio programa de actividades: talleres, conciertos, charlas, huerto urbano, etc.
