La Congregación de los Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento fue fundada en 1608, y tras ubicarse en distintas iglesias madrileñas en 1647 adquiere un solar en la calle Cañizares donde construye su propia sede: el antiguo Oratorio del Santo Cristo del Olivar, cuyas obras fueron encomendadas a Manuel Aguiar. Sufrió graves desperfectos durante la Guerra de la Independencia, reconstruyéndose la fachada en 1853 a cargo de Juan Bautista Peyronnet, siendo derruidos el oratorio y la casa cural a inicios del siglo XX para construir en el mismo solar el actual Oratorio según proyecto de Enrique María Repullés y Vargas de 1910. Las obras de construcción se extendieron hasta 1919. Repullés diseña un edificio siguiendo trazas clasicistas. El templo, erigido entre medianerías, tiene planta basilical de tres naves: la central doble de ancha que las laterales, cubierta por bóveda de cañón sobre lunetos cerrados con vidrieras, mientras que las laterales se cubren con bóvedas de crucería; el transepto, del ancho de las tres naves, presenta crucero cubierto por una cúpula sin linterna, sobre pechinas decoradas con los escudos de la Real Congregación; la cabecera es plana y elevada; coro a los pies. La elegante fachada se alza en ladrillo con piedra en guarniciones de vanos, arquitrabes, frontón central y elementos decorativos. De composición simétrica, refleja la división de tres naves del interior: eje central esbelto y más alto que los dos laterales, con gran portada de acceso con arquitrabe cuyas metopas están decoradas con los símbolos de la esclavitud, sobre el que se abre un gran vano en medio punto flanqueado por parejas de pilastras a modo de serliana ocupado por una vidriera con representación del tema de Cristo Eucarístico, y culminado con frontón y una espadaña. En los cuerpos laterales se abren otros accesos sobre los que se disponen otras ventanas en arco con vidrieras. La cornisa y frontón culminan con unos pináculos de diseño ecléctico.
Durante la Guerra Civil (1936-1939), el templo sufrió graves destrozos, desapareciendo casi todas la imágenes y retablos, que en su mayoría procedían del antiguo oratorio; salvándose -con mutilaciones- una talla del Cristo del Olivar ejecutada por Manuel Pereira en siglo XVII, que formaba parte de un Calvario y que preside el retablo mayor reconstruido; así como una Virgen del Rosario, obra de Luis Salvador Carmona del siglo XVIII procedente del desaparecido convento de Santo Tomás, ubicado donde hoy se encuentra la Iglesia de Santa Cruz y derribado en 1889, cuando los dominicos se trasladan a este Oratorio, siendo los que lo administran actualmente.
