Templo de Debod

El Templo de Debod es un templo egipcio que fue ofrecido a España por el presidente egipcio Nasser en 1968 en agradecimiento por la colaboración prestada por un equipo español de expertos y arqueólogos dirigida a la salvación de los tesoros arqueológicos que serían afectados por la construcción de la presa de Assuan. El templo es traído a España desmontado en una empresa titánica, para ser montado de nuevo en 1970 en el solar del desaparecido Cuartel de la Montaña del Príncipe Pío, en el extremo del Parque del Oeste, manteniendo la orientación original.

El Templo de Debod fue construido en la primera mitad del siglo II a. C. a instancias del monarca meroíta Adijalamani –o Adikhalamani– en honor a los dioses Amón e Isis, en la Baja Nubia -sur de Egipto-, a unos 15 km al sur de la localidad de Assuan, entre la primera y segunda catarata del río Nilo, en su margen izquierda y a unos 200 m. de la orilla, formando parte de la ruta de centros religiosos hacia el santuario de la diosa Isis situado en la isla de Philae -un poco más al norte de Debod-. El templo sufrió ampliaciones posteriores en época ptolemaica: los faraones Ptolomeo VI, Ptolomeo VIII y Ptolomeo XII fueron añadiendo nuevas estancias alrededor del núcleo central. Las últimas construcciones del templo -fachada principal y “vestíbulo” con relieves- fueron llevadas a cabo en tiempos de los emperadores romanos Augusto y Tiberio, y, quizá, Adriano. Bajo el dominio bizantino, entre 535 y 537, Justiniano cierra el santuario de Isis en Philae, quedando el templo de Debod abandonado, sufriendo el expolio de sus elementos constructivos a lo largo de los siglos. Las primeras imágenes del templo las proporcionó el danés Frederik Norden en 1737, aunque no pudo desembarcar para visitarlo; más precisos son los planos del arquitecto François-Christian Gau fechados en 1819; aunque fue Jean-François Champollion, lingüista y egiptólogo francés que descifró la antigua escritura jeroglífica gracias a la piedra Rosetta, quien en 1829 pudo leer por primera vez las inscripciones y redescubre la advocación del Templo de Debod y quien fue su promotor.

Orientado este-oeste -la fachada principal mirando al este-, el Templo de Debod contaba con un embarcadero que se unía al edificio mediante una “vía sacra” flanqueada por dos muros longitudinales. A su vez el recinto estaba cerrado por un muro perimetral. Todos estos elementos no fueron trasladados a Madrid. Anteceden al templo dos pilonos -puertas monumentales-, antes tres, que han perdido sus torres y su decoración. La fachada principal -reconstruida- está compuesta por un muro cortina -muro en el que se abre un hueco a mitad de altura ocupado por unos fustes y capiteles de columnas-, en cuyo centro se abre la puerta de acceso, que lleva a un espacio denominado pronaos -especie de vestíbulo- con paredes decoradas con relieves donde aparecen los emperadores romanos Augusto y Tiberio realizando ofrendas. En las paredes de este espacio se abren cuatro puertas: las tres situadas al oeste llevan: una, a la Capilla Norte, destinada a ceremonias de purificación; la central, a la Capilla de Adijalamani; y la tercera a la izquierda lleva a una escalera que conecta con un corredor hasta la Capilla Osiríaca -dedicada a los rituales ofrecidos a Osiris- y a la terraza -utilizada para ceremonias a cielo descubierto-; mientras que la situada al sur comunica con el mammisi, vocablo copto utilizado por Champollion que significa “capilla del nacimiento”, lugar donde se celebraban ceremonias relacionadas con la concepción, nacimiento y entronización. La Capilla de Adijalamani es el núcleo original dedicada a los dioses Isis y Amón, de planta rectangular y paredes decoradas con espléndidos relieves. A continuación de esta sala llegamos a un pequeño vestíbulo interior que da paso a otros espacios: el central es la Capilla de la Naos, el lugar más sagrado del templo donde diariamente se ofrecía culto a la divinidad; mientras que a los lados se abren sendas Capillas laterales, dedicadas, tal vez, a divinidades secundarias.

En su ubicación en Madrid, el templo se instala en un recinto diseñado por el arquitecto municipal Vicente Baztán con un estanque delantero alargado -a modo de Nilo artificial- donde se localizan las dos puertas que lo anteceden, rodeado por un jardín creado por su compañero Manuel Herrero Palacios con vegetación semitropical árida: palmitos, yucas, palmeras. El templo está destinado a uso museográfico con exposición en sus salas de diferentes objetos arqueológicos y una interesante maqueta, ubicada en la Capilla Osiríaca, con la ruta hacia el santuario de Isis en Philae. Debido a la características de la piedra en la que está construido y las reconstrucciones de partes perdidas con arenisca salmantina, el templo sufre un continuo gran deterioro consecuencia de las características climáticas y de la polución del tráfico rodado. Se han llevado a cabo numerosos trabajos de rehabilitación a lo largo del tiempo y se ha proyectado cubrir el espacio con una gran estructura, para así minimizar los daños.