Eje Atocha-Pacífico. Documentar el patrimonio cultural
Charla-coloquio con Alberto Tellería, Vocal Técnico de Madrid Ciudadanía y Patrimonio
El eje de la calle de Atocha siempre ha tenido un carácter destacado en el Patrimonio cultural madrileño, pues las tradiciones presentaciones reales ante la Virgen homónima lo convertían efímeramente en escenario privilegiado de las manifestaciones públicas del Antiguo Régimen. Con este motivo se levantaban decoraciones temporales a lo largo del recorrido –diseñadas por los mejores artistas de la Corte- que culminaban en la propia basílica, concebida como objetivo último de los desfiles regios.
No es por tanto de extrañar que a lo largo de la historia se buscase dignificar este ámbito con sucesivas mejoras en la desaparecida puerta de Atocha y su entorno, que era además el remate meridional del Paseo del Prado. Y estos privilegios no se perdieron con la llegada de los gobiernos constitucionales, pues tanto Fernando VII como su hija Isabel II y su nieto Alfonso XII siguieron otorgando un papel especial a la basílica, escenario de bautizos y desposorios reales, así como de funerales de estado, convirtiéndola en un anticipado panteón de hombres ilustres que precedió a la construcción del que actualmente conocemos.
Pero si el derribo de la basílica y la frustrada construcción de su sucesora privaron a este lugar de su polo de atracción histórico, el desarrollo del ferrocarril con la estación del Mediodía y del vecino barrio de Pacífico van a configurar un nuevo eje fundamental para el crecimiento de la ciudad, que se manifestará en numerosos edificios señalados que constituirán otros tantos hitos patrimoniales, que se prolongan hasta la actualidad. Así, el primitivo y sencillísimo embarcadero ferroviario se verá ennoblecido con un edificio monumental de cara al Paseo, que se trasladará poco después a la Avda. Ciudad de Barcelona para dar paso a la monumental estación actual –que a su vez conocerá sucesivas y no menos espectaculares ampliaciones-, mientras que los primitivos docks de almacenamiento se convertirán en los cuarteles de Daoíz y Velarde, que una vez reconvertidos en centro deportivo y cultural constituyen hoy una seña de identidad del distrito; que vino después a enriquecerse con la construcción de las imprescindibles dotaciones municipales, como el colegio público 14 de abril –hoy José Calvo Sotelo-.
A estas construcciones oficiales se unen otros elementos de promoción privada como numerosas viviendas particulares de no escaso interés, el estudio de fotografía de Jean Laurent –hoy colegio público Francisco de Quevedo-, o instituciones como el antiguo Asilo de ciegos de la Purísima Concepción –actual Fundación Catalina Suárez-, e incluso la prolongación de la línea 1 de Metro -que fue de promoción particular- con sus correspondientes estaciones en Menéndez Pelayo, Pacífico y Puente de Vallecas, amén de su soberbia central eléctrica diseñada por Antonio Palacios como arquitecto de la compañía.
Se entiende así el rico paisaje patrimonial que bordea la actual Avda. de la Ciudad de Barcelona a lo largo del barrio de Pacífico, y cuya conveniente documentación y difusión constituye todavía una tarea pendiente de realizar.