- Protección estructural según del P.G.O.U. de Aranjuez de 1996
- Paisaje Cultural de la Humanidad en 2001
Tiene la singularidad este palacio más que casa de haber servido de residencia de temporada a su célebre propietaria, la sin par doña María Josefa Alonso- Pimentel Téllez-Girón, XV condesa y XII duquesa de Benavente, y consorte de Osuna, además de titular de otros muchos estados por derecho propio y por matrimonio. Considerada la dama más ilustrada de su tiempo, la representante más reconocida y enaltecida de lo que significó el acceso de la mujer al mundo de la cultura a finales del siglo XVIII, fue doña María Josefa una decidida protectora de la ciencia y el arte, y en este sentido de la arquitectura, promoviendo importantísimas actuaciones inmobiliarias de carácter palaciego, ya fuera de reforma y adecuación o de nueva planta, donde acoger sus eruditas tertulias, en las que participaban literatos como Moratín, Iriarte o Ramón de la Cruz, políticos como Martínez de la Rosa y Agustín de Betancourt, pintores como Francisco de Goya e incluso toreros como Pedro Romero, todos amenizados y deleitados con la música de la privada orquesta de la duquesa, dirigida por el eminente Luigi Boccherini. Se trataba de amenísimas veladas, desarrolladas tanto en los renovados espacios del palacio cortesano de Osuna, junto a la actual Plaza de España, y de su espléndida quinta de recreo de La Alameda, su famosísimo Capricho, como en esta casa de familias del sitio real de Aranjuez, que los Duques habían reestructurado y ampliado a partir de antiguas y distintas construcciones, unificadas tras su compra a la Corona el 14 de diciembre de 1787.
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En Aranjuez, el resultado sería el de un homogéneo y unificado volumen, organizado en torno a tres patios y un gran cuerpo central, ocupado por la pieza más representativa: el salón de baile o comedor de gala, en la actualidad absorbido y desvirtuado por un establecimiento hostelero. Consistía esta habitación principal en un magnífico espacio simétrico, de planta rectangular, ensanchada con sectores de círculo en los centros de sus lados mayores, y de doble altura, excepto al fondo, pues supuestamente aquí, y en el primer nivel, se situaría la tribuna para músicos, abierta y soportada por columnas jónicas y sus correspondientes pilastras. A ella se accedía por sendos corredores laterales y escaleras, que arrancaban de tocadores ovalados, configurando cuerpos de un solo nivel sobre los que se alzaba el salón, obteniendo así éste luces del patinejo de servicios inmediato, a poniente, y por sus costados. Sobre la entrada se situaba una galería de servicio, que comunicaba con el resto de dependencias del palacio, lo cual, más los corredores citados, permitían la clara separación de comunicaciones y dependencias servidas y sirvientes, materializándose con la arquitectura, a la perfección, el protocolo y la relación social piramidal.
En el ala nueva, delimitada por dos torreones o garitas de planta octogonal, que se adornaban con pilastras del mismo orden jónico, se ubicaban simétricamente las estancias señoriales del matrimonio ducal, al este las de doña María Josefa y al oeste las de don Pedro, todas comunicadas sucesivamente entre sí y con vistas a un jardín privado, ordenado en torno a una fuente con la estatua de Endimión, esculpida por Joaquín Demandré en 1791. Servía a esta serie de habitaciones de nexo de unión un gran salón de recepción, con sus paredes inicialmente pintadas de “colores más finos”, como las demás, si bien destacaba entre ellas, por su carácter y dimensión, la alcoba de la Duquesa, con su pórtico de columnas estriadas de orden jónico compuesto y pilastras de lo mismo, con adornos de pan de oro, mármol y yeso.
A este sector ampliado podía accederse por un gran patio de honor semicircular, denominado después de “la Parra”, que se abría al salón de baile, en armónica prolongación, y comunicaba con la entrada principal, es decir, el gran portalón y zaguán de la calle del Príncipe, permitiendo el paso de carruajes y, por tanto, el que anfitriones e invitados pudieran apearse de los mismos a las puertas de aquel espacio festivo, para después girar los coches a mano derecha, atravesar un verja de hierro, coronada con jarrones pompeyanos, y entrar en otro desahogado patio rectangular de servicio, donde se hallaban las cuadras y caballerizas, con entradas por la calle del Capitán.
Entre los alzados destacaba indudablemente el del jardín, flanqueado por los dichos pabellones ochavados, cubiertos de plomo y con alcachofa de remate, y resuelto de modo sereno y sencillo sobre zócalo de granito y encadenados almohadillados de piedra en los extremos, sucediéndose rítmicamente los huecos, cuadrados lo superiores y rectangulares los inferiores, separados por fingidas cartelas, excepto las puertas, con sendas escalinatas.
Fuente: Palacios de Madrid: Palacio de Farinelli o de los Duques de Osuna
En ruina casi total tras el incencio presuntamente intencionado en mayo de 2018
Calle del Capitán Angosto Gómez Castrillón, 2
Aranjuez Madrid
España
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