Sobre el Colegio Alemán de Madrid (Carta de Mercedes Pérez-Frías)

Por precarisimo, Mar, 30/07/2019 - 12:25

La arquitecto Mercedes Pérez Frías, que estudió en el Colegio Alemán y luego acabó participando en su ampliación, rememora sus recuerdos de infancia en El País Madrid: "La arquitectura de Willi Schoebel, en escombros". Aprovechamos esta ocasión para publicar el texto que nos remitió hace unos días, donde desgrana los novedosos valores arquitectónicos, estéticos y constructivos del edificio, que se correspondían perfectamente con el carácter avanzado de la enseñanza que en el mismo se impartía.

 

MEMORIA DEL COLEGIO ALEMÁN DE CONCHA ESPINA

Hace ya tiempo que terminé mis estudios en el colegio y disfruté de aquel lugar donde pasaba mis días; era diferente, singular y único, y además era mixto, insólito para la época.

Me había interesado saber más de todo aquello que me rodeaba. El cómo, el qué y el porqué. Cómo estaba construido, mas, por eso aun guardo en mi memoria los detalles de todo aquello que despertaba mi curiosidad. Seguramente ese fue uno de los motivos para formar mi futuro como arquitecto, seguido por la influencia y el ejemplo de mi padre.

Mis recuerdos escolares en el Colegio Alemán se remontan al jardín de infancia, entonces en un chalet de Joaquín Costa (1958). Los distintos niveles escolares estaban aún desperdigados, Primaria pasó a una casa en la calle de Claudio Coello, posiblemente el 117 y Secundaria estaría en la calle Fortuny.

Empieza el curso 1960. En ese momento el edificio del nuevo colegio estaba listo. Íbamos a Concha Espina. Las primeras semanas todo estaba por terminar, había que sortear una avenida en obras con la zahorra por compactar, tropezones, polvo, desorientación de alumnos y profesores, pero todos contentos y eficientemente motivados. Aquello era otro mundo.

La parte habilitada para ese curso era Primaria con fachada a Rodríguez Marín, tres núcleos de escaleras y tres plantas, con 18 clases. ¡Yo la estrené! Todo el bloque de clases de ladrillo. Todo era impactante. Nada se parecía a lo conocido. Exteriores de ladrillo visto perfectamente aparejado, aplacado de piedra en frentes de forjados y unas grandes puertas cristaleras de vaivén, dobles. Dentro, unas amplias escaleras con barandas mixtas de perfil metálico y pasamanos imponentes de madera de roble macizo. Los escalones, como todo el resto de pavimentos, de terrazo verde con grandes trozos de mármol claro. Los escalones tenían perfiles de goma antideslizantes en un formato que ocupaba casi 1/3 de la huella y empotrado en el peldaño.

Solo los he vuelto a ver con ese gran formato y espesor en obras alemanas.

Los descansillos de casi 4m de ancho llevaban a dos clases por planta con dos lineales para las chaquetas. Las clases, tenían un ventanal al jardín delantero, grande hasta el techo, con persianas metálicas orientables con manubrio articulado y un ancho voladizo exterior.

En la pared opuesta, una línea de ventanas altas basculantes con manubrio y mecanismo de abre-cierra para proporcionar ventilación cruzada. Esta pared ya tenía un acabado más al uso: acabado contínuo enfoscado granulado fino, tipo piedra.

Un pequeño lavamanos en un rincón para mantener la limpieza de la clase. La pizarra de tres hojas en forma ventana. Los dos paramentos opuestos restantes: ladrillo visto.

La única decoración en la pared principal era una gran pizarra y en la opuesta, un listón de madera de roble con formato en forma de L invertida para colgar trabajos, láminas, dibujos, plafones de trabajo…

Lo más singular de las clases era el tamaño, diseñadas para un volumen de alumnos de 28 máximo sin apreturas.

En cuanto al bloque de Secundaria el concepto y diseño era el mismo, pero cambiaba en el jardín de infancia, donde los espacios, mobiliarios y la proximidad al jardín se hace más patente, todo a escala infantil, incluso los WC y lavabos bajitos. Todo estaba pensado y diseñado hasta el más mínimo detalle, con enorme sensibilidad estética.

El mobiliario en esencia, era fuerte, consistente y hecho para durar y aguantar.

• Sillas diseño ADAM STEGNER: denominada silla sonriente en Pagholz con pies de roble macizo en forma de H, diseño año 60 distribuida por Schulmöbel Flötotto de la antigua Republica Federal de Alemania. El asiento a 45 cm del suelo de madera de haya elaborada con capas impregnadas en solución fenólica y prensada. Silla ergonómica, de las primeras en verse en este país.

• Las mesas de 150 x 60 cm madera igualmente maciza barnizadas con bandeja fija debajo y una robusta pata lateral con elemento de fijación para colgar carteras.

• El bloque aporticado, zona de profesores y aulas especiales, disponían de grandes ventanas de aluminio anodizado robustas, de una sola hoja pivotantes con persianas por dentro.

• Los mecanismos empotrados en el ladrillo visto no tenían señal de error en su colocación.

• Las puertas de acceso a las clases eran grandes, anchas, gruesas y ajustaban mediante galce sobre marco metálico lacado. Disponían de chapa de acero inox en la parte baja de unos 30cm de altura para preservar de patadas.

• Todas las manetas eran ergonómicas de aluminio.

• Los aseos fuera de los bloques de clases e independientes, primaria en un patio y secundaria en su recinto correspondiente separando patios y formando un marco alrededor paisajístico con alguna vegetación. Siempre a escala infantil.

• Percheros fuera de clase

• El edificio de zonas comunes era enorme- pasos perdidos: Laboratorios, exposiciones, fiestas con padres, clase de dibujo, con numerosas pilas cerámicas para las distintas técnicas, grandes ventanales a un jardín arbolado.

• Kleine – grosse Turnhalle (gimnasio pequeño-gimnasio grande), con mucha iluminación natural de pavés de gran altura ( 6-7m) y basculantes bajo el forjado. Todo tipo de aparatos y material, incluidas anillas con un sistema de poleas para acomodar la altura de trabajo, barra sueca, paralelas, potros…

• Sala de música: Musiksaal con piano, violines, flautas traveseras, instrumento típico en la enseñanza alemana.

• Los vestuarios y aseos del gimnasio podían además acoger otros colegios para competiciones, todo era doble, incluidas las duchas en chicos-chicas, dado que la enseñanza era mixta en todas las clases, sin distinción.

El mayor espacio lo protagonizaba el AULA. Era el lugar de la sala de actos con el punto focal hacia el Oeste . En la misma sala, moviendo solo los respaldos de los asientos y mirando hacia el Este, estaba la Capilla, con un elemento separador rígido en toda la altura, que recuerdo como unas enormes puertas plegables recogidas en el lateral de la vidriera sin quitar visibilidad de la misma.

• Los asientos dobles disponían debajo de cada uno de reclinatorio basculante para el doble uso. Este amueblamiento era muy ingenioso, bien pensado y sobre todo de impecable ejecución, ha perdurado a lo largo de los años. De estructura metálica de tubo lacado y asientos, respaldos y reclinatorios en madera también de Pagholz ,que podían ser reemplazados en caso de sufrir algún daño.

• La decoración de este espacio es imponente. Solo una vidriera de hormigón coloreada en el lado Norte, realizada en Berlin por un afamado escultor Paul Corazolla, correspondiendo a la calle Concha Espina. Cortinas tipo screen opacas perfectamente escondidas oscurecían el espacio a voluntad. Los testeros lisos. Decoración minimalista imponente en la capilla solo potenciada por luces flotando del techo alrededor de un circulo rehundido en la escayola y un crucifijo sobre el propio altar. Ningún otro elemento. Allí se oficiaba misa católica y evangélica.

• Una larga fila de soportes para aparca bicis dentro del recinto en paralelo a la verja.

Todos los espacios comunes formaban un marco alrededor de cada edificio que los hilvanaba y unían formal y paisajísticamente. Componían un UNO CONTINUO. El conjunto, excelente ejemplar de la Arquitectura Moderna de mediados del SXX en toda Europa, fiel heredera de una Bauhaus tardía, es actual a día de hoy y forma un perfecto modelo para el análisis formal y funcional de los futuros profesionales que quieran aprender. Todo estaba pensado y construido con mimo, cuidado, análisis funcional preciso.

La filosofía de este conjunto fue: HECHO PARA PERDURAR, como Montecarmelo, la nueva ubicación. Se respiraba armonía, simplicidad y elegancia. Reinaba el silencio en las aulas, imponía respeto, no se oían gritos del exterior gracias a su excelente construcción. Me siento privilegiada y orgullosa, y gracias a mis padres, de haber tenido la oportunidad de haber recibido esta preparación entre sus paredes y haber podido ser parte de su historia, como lo fue mi hermano y lo han sido mis hijos.

Gracias DSM.

“VIVA CONCHA ESPINA DEUTSCH”

Mercedes Pérez-Frías

Arquitecto

23 Julio 2019

 

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