El reloj de la estación de Cercanías de Fuencarral marca las doce y cuarto. Sábado, 3 de febrero. Un grupo hace piña alrededor de los organizadores: asociaciones vecinales y ecologistas. Un cámara de televisión graba breves entrevistas a vecinas que quieren contar sus impresiones, generalmente recuerdos asociados al territorio.
Empezamos la marcha saliendo del aparcamiento disuasorio de la estación de RENFE Cercanías y cogiendo una vereda, llena de residuos de todo tipo, hasta lo alto de un montículo. Desde allí, un vecino nos cuenta el nuevo parque forestal de cincuenta hectáreas que están proyectando junto a Las Tablas. Un parque aislado, sin posibilidad de acceso. Un ejemplo muy significativo de la manera “asocial” de planear el urbanismo en esta ciudad.
La vereda se estrecha. Llegamos a la ermita de Lourdes. Está cerrada, las ventanas tapiadas. El edificio, en apariencia, parece en buen estado pese al aire de abandono. Las hojas de los árboles cercanos tapan parte del tejado. La hiedra va cubriendo las paredes.
Desde el altozano donde se encuentra la ermita se ve el esqueleto de un edificio que empezó a construirse y se abandonó, una enorme escombrera y un poblado chabolista levantado entre un grupo de álamos.
El camino nos lleva a una segunda ermita, la de San Roque, también edificada en un cerro. Hay otros elementos constructivos: depósitos del Canal de Isabel II, restos del ferrocarril que unía Chamartín con Colmenar Viejo, un tren que se dedicaba sobre todo al transporte de la piedra de granito que se extraía en el pueblo madrileño y se trasladaba a la capital.
Plantación simbólica
Alrededor de la ermita de San Roque, los grupos ecologistas y vecinales han sembrado tres pinos y una encina de manera simbólica. También el grupo ARBA (asociación para la recuperación del bosque autóctono) ha donado bellotas que se siembran en los terrenos circundantes.
El espacio que se pretende urbanizar es inmenso y complejo. Las vías de la cercana estación de ferrocarril de Chamartín, el canal que une el pantano del Atazar con la ciudad, un polígono industrial, un complejo deportivo destinado a los obreros de la EMT (empresa municipal de transporte), también bloques de pisos cercanos y las cocheras de la empresa municipal de autobuses.
En primavera, esperamos poder volver con técnicos e interesados en la historia urbana para cartografiar mejor este segmento de ciudad. Unos enormes descampados, llenos de vida, descuidados y sin vigilancia... pero con valores que merece la pena conocer y preservar.
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