El turismo surge como panacea de prestigio cultural y como revulsivo económico con el Grand Tour, en los siglos XVIII y XIX, cuando los artistas, arquitectos, escritores y otros humanistas recorrían los países del Mediterráneo para recuperar sus esencias y disfrutar de sus unicidades culturales. Ya en los comienzos del siglo XIX de las élites cultas se traslada a grupos mayores que precisan llegar a lugares difíciles, tener fruición de paisajes y monumentos, que sociedades de excursiones ofrecen para fomentar el conocimiento y animar a la custodia del patrimonio, durante esta época prácticamente desconocido.
Poco a poco el siglo XX descubrirá, como decía André Malraux, la belleza y amplias cantidades de gentes recorrerá los edificios famosos del mundo, las pirámides de Egipto, el Taj Mahal, el Museo del Prado, Macchu Picchu, etc.
De la potenciación de estos lugares en los que poco a poco se van mejorando sus infraestructuras con carreteras de acceso, trenes, hoteles, museos, etc., se continuará a masas que quieren llegar hasta el último rincón del mundo y que amenazan con destruir aquellos sitios que en un principio pretendían gozar, y que ahora recorren sin apenas sentimiento ni esfuerzo intelectual.
El riesgo es cómo proteger el patrimonio de estos enclaves, de Venecia, de Barcelona, de Florencia, de Madrid, de San Petesburgo, de Toledo, de Granada, de Albarracín, del Camino de Santiago, etc., pero también como permitir que todas las personas, con problemas de accesibilidad, puedan disfrutarlo. Especialistas estudian buenas y malas prácticas y los resultados de las políticas de accesibilidad, conservación y gestión realizadas en ciudades y monumentos.
Descarga (PDF): V Jornada de Buenas Prácticas en Patrimonio Cultural y Natural Turismo, accesibilidad y conservación del Patrimonio