El platívolo del Parque de Atracciones ya en su momento resultaba un poco chato, poco aéreo y asentado sobre un gordo soporte cilíndrico, y podía haber sido una construcción más espectacular o más sutil, pero se levantaba en un parque de atracciones, y con su caida de agua y cambios de iluminación, adquiría cierta gracia por la noche, haciéndose desde el primer momento muy popular hasta configurarse como símbolo del parque, porque además remataba el eje de cascadas frente a la entrada principal del recinto. Es un elemento de la memoria infantil y por ello algo ingenuo y entrañable, que a pesar de tener un escaso valor arquitectónico a todos nos resultaba familiar y hoy nos evoca gozosos e ilusionados días en imágenes del más estallante fujicolor. Perdió la cascada, lo más atractivo de la pieza, y se degradó acumulando chapuzas a lo largo del tiempo. Quizá ya no funcionaba como cafetería, pero todavía era un espléndido mirador y aún se habría sentido menos su pérdida de haber sido sustituido por otro elemento de silueta parecida, más atrevido, quizá mejor construido y con mejor sistema de acceso, pero lo más triste es que su lugar lo ocupará una atracción cualquiera, con lo cual la imagen característica del parque desaparece. Es una decisión que no sólo nos produce nostalgia y una sensación de falta de respeto a la memoria de varias generaciones, sino que también nos parece una decisión torpe.
Descanse en paz en los rincones más risueños de nuestra memoria.
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