TORRES BLANCAS
La redacción de un Plan Especial para modificar el edificio "Torres Blancas’
es el prolegómeno de una muerte anunciada.
Lo sabemos porque lo hemos sufrido en nuestro Patrimonio Arquitectónico. Cuando el valor de los elementos que lo constituyen y lo hacen Grande se disocia de los intereses económicos siempre ganan estos últimos, apoyados por una Estructura Administrativa que parece estar pergeñada, a pesar de sus eufemísticos calificativos, como ‘Defensa del Patrimonio…’, para realizar una labor sistemática de descalificación de valores y por ende de destrucción del mencionado Patrimonio. Lo sabemos y actuamos sin fe. La batalla está perdida. Pero al igual que las tropas napoleónicas, los fieles, los próximos al emperador se encontraban al borde del colapso final en Waterloo rodeados por las fuerzas Aliadas y se les ofreció ‘una rendición digna’, contestaremos: ‘Merde’! que quiere decir, en idioma paladín, que no, que no nos rendimos, que lucharemos hasta el final por hacer efectiva esa defensa del Patrimonio, tratando de evitar esos lamentos postreros por la pérdida de los elementos queridos, o lo que es peor, que en un tiempo posterior alguien, ya ajeno a los intereses que motivaron su destrucción, trate de iniciar una ‘recuperación de lo ya irrecuperable. Ridículo al que hemos asistido en demasiadas ocasiones.
Ejemplos no faltan, tampoco llantos y lamentos cuando ya las operaciones destructivas han realizado eficientemente su labor, pocos ejemplos: Los Laboratorios ‘Jorba’ (La Pagoda), de Miguel Fisac, Casa ‘Arvesú’ (1955_1987) de Alejandro de la Sota. Casa ‘Guzmán (1972_2017) de Alejandro de la Sota. Casa ‘Vallet’ (1958_2022) de Jose Antonio Coderch. Las dudas, la ineficacia y los intereses se entremezclan en el antiguo edificio de la central lechera ‘Clesa’ de Alejandro de la Sota (que pasa con Alejandro de la Sota?’), asunto al que se le puede aplicar el aserto de que ‘Quien mal Empieza Mal Acaba’, acabará mal, por de pronto cada día que pasa se deteriora más, se aleja de su estado original y va dando pie a una especulación de ‘pérdida de valores’ que, como mencionábamos antes es procedimiento usual de la Administración… el ‘Laissez faire, laissez passer…’, de Adam Smith parece vigente, y por último, atendiendo a la importancia que para nuestra alegación tiene, como ejemplo de lo que podríamos calificar de ‘Destrucción Reconstructiva’, debemos poner al frente de todas ellas la terrible ‘desnaturalización’ que ha sufrido el edificio del ‘Banco Bilbao Vizcaya’ de Francisco Javier Saenz de Oiza, autor también, como sabemos, del edificio ‘Torres Blancas’, motivo del ‘Plan Especial’ a cuya alegación se refiere este escrito.
Detengámonos un instante en esta actuación, que, por hermandad de autoría y por similitud en lo que se pretende de ella, y quizás por algo más, aúna íntimamente la suerte de ambos edificios.
Es difícil que un ‘ciudadano ‘de a pie’, que haya pasado por delante del edificio hace, digamos 10 años, y vuelva a pasar ahora sea capaz de notar alguna diferencia entre lo que había y lo que hay, aparentemente no ha cambiado, parece el mismo, pero curiosamente es otro. Es difícil de entender esta paradoja y llevaría mucho tiempo explicarla en profundidad, habría que empezar por entender que significa la Arquitectura y ya eso nos llevaría mucho papel, probablemente innecesario, pero para el asunto que nos atañe quizás con un par de pinceladas sea suficiente para entender lo que va a pasar en el edificio de ‘Torres Blancas’, el otro, el que nos atañe, partiendo de lo que ya le ha pasado al BBVA
Tanto uno como otro, primero ‘Torres Blancas’ y luego el, llamémosle ‘BBVA’, pertenecen a lo que en arquitectura se denominó, en términos generales ‘Brutalismo’. El nombre tiene un origen incierto y se debe en gran parte al profesor de arte británico Reyner Banham, que dedico parte de su labor investigadora a desentrañar los intrincados caminos de la arquitectura surgida a raíz de la WW2.
Es interesante la referencia a la WW2 que, a pesar de su importancia, enorme, en la historia de la humanidad, en España, debido a no haber participado directamente en ella, ni haber sufrido sus avatares, terribles, no ha tenido el eco suficiente para entender que, al igual que en el caso de la WW1, la historia, por mor de estas conflagraciones, ha cambiado, en ambos casos, completamente de rumbo.
No es un hecho ni nuevo ni extraño que, a raíz de un cataclismo social, como el que supone una guerra, lo que venga después trate de olvidar el pasado y ponga los medios necesarios para que no vuelva ocurrir un hecho semejante, esos medios marcan la época posterior y puede denominarse tanto ‘los alegres años 20’ como ‘la guerra fría’.
Centrémonos en ese oxímoron enfático que, precisamente por su contradicción intrínseca, nos lo hace ver como un periodo inestable. La explosión nuclear que se llevó la vida de decenas de miles de personas en un instante, ha marcado, y lo sigue haciendo, el comportamiento de la humanidad durante estos casi 80 años desde que sucedió, y nada es ajeno a ello, ni siquiera la arquitectura.
La WW1 se desarrolló mayormente en los campos del norte de Francia puesto que la táctica militar, heredera del desastre para Francia de la guerra de 1870 se inclinó por el posicionamiento de las tropas, enterradas en el terreno, y se convirtió en acciones militares, fuera de las ciudades que quedaron al albur de los medios destructivos tradicionales, artillería mayormente, y una incipiente aviación que acababa de despuntar como una posible arma de importancia. La consecuencia fue que, si bien se destruían ciudades la protección de las mismas por métodos defensivos herederos de las guerras anteriores, bastiones, defensas tipo ‘Bauván’ y todo ese sistema, podía paliarse incluso anular sus efectos con cierta eficacia. Se dictaron normas para la ejecución de las ciudades y centros urbanos, al igual que había ocurrido a lo largo de toda la era histórica de la humanidad y, en la esperanza, como siempre, de que los hechos no se repitiesen, continuaba la vida.
La WW2 dio al traste con toda esa idea, el desarrollo de la aviación y sobre todo la utilización de la energía brutal de la descomposición del átomo hizo que la humanidad tomase conciencia que nada de lo que se había utilizado con anterioridad podía ser capaz de neutralizar la destrucción total de los centros urbanos, todo tenía que cambiar.
La ineficacia de los sistemas defensivos estáticos quedó en evidencia, ya no valían las fortalezas en linea o desperdigadas por el campo, pero tuvo una consecuencia de gran importancia para la arquitectura; se desarrolló grandemente la utilización del ‘hormigón’.
Hasta entonces el mayor uso que se hacía del hormigón en la construcción civil, era el de poder realizar estructuras eficientes y baratas y propiciar la clara separación de las funciones de estructura portante y los demás elementos que conformaban el resto de la edificación. Una consecuencia de ello fue la propugnación, por parte del arquitecto ‘Le Corbusier’ de la ‘Planta libre’, es decir la estructura propiciaba sustentación independiente de la forma de los cerramientos. Pero el hormigón armado a parte de la mimesis que suponía de una estructura reticulada que hasta el momento se realizaba en madera o acero, tenia la particularidad de ser un fluido que podía tomar cualquier forma que fuese proporcionada por un molde adecuado, y a raíz de esto y alejándose de las formas simplonas realizadas en los campos de batalla como refugios, el hormigón comenzó a tener una vida propia y ofrecer unas posibilidades que hasta el momento ningún otro material constructivo podía equipararse.
Desde tiempos inmemoriales la defensa de la población de las ciudades, en caso de guerra, ha propiciado la construcción de edificios fuertes donde además de acoger a las personas, se dotaban de almacenes de provisiones y ciertos servicios imprescindibles con lo que se concentraba, en cierto modo, la vida urbana en un a edificación que asumía el papel de la continuidad de la vida social, convirtiéndose ‘de facto’ en un ‘Edificio Ciudad’.
Las muestras más próximas las tenemos en los ‘castillos’ que cumplían en gran parte con esos cometidos, pero nunca se ha prescindido del concepto de ciudad defensiva y autónoma totalmente hasta la aparición, como ya hemos indicado, de procedimientos bélicos que pueden hacer inútiles cualquiera de estas edificaciones al día de hoy.
Al finalizar la WW2 ocurrió lo mismos que había pasado en cualquier guerra anterior y la sociedad se preparó para abordar en las mejores condiciones posibles, el futuro.
A los efectos de este escrito señalaremos únicamente la aparición de los factores, que no por pertenecer a las costumbres intrínsecamente incorporadas en la sociedad dejan de tener importancia en la configuración de la nueva sociedad;
-Desconocimiento del alcance de la nueva situación a partir de la posibilidad de dividir el átomo como fuente liberadora de energía, que amén de otras consecuencias se había demostrado su poder de destrucción y de la creación de nuevas enfermedades desconocidas hasta entonces
-Aparición de nuevos materiales o puesta al día de los existentes, como el caso del hormigón armado, mejora de los metales y uso masivo de los polímeros
-Pánico al futuro en el convencimiento que los desórdenes sociales en las nuevas circunstancias puedan desencadenar un caos que sea capaz de acabar con la humanidad
La respuesta inmediata de la arquitectura a estas y otras circunstancias ha sido muy variada, pero en general se ha podido constatar una tendencia a la concentración, abandono paulatino de la vida rural y crecimiento desmesurado de las poblaciones, lo cual da como consecuencia las nuevas planificaciones de las poblaciones para ser capaces de absorber el flujo de la población rural a las poblaciones en una proporción jamás prevista en el pasado, y como consecuencia el cambio conceptual de las edificaciones en cierto modo poderosamente influidas por los conceptos marcados con anterioridad:
-Uso masivo del hormigón y otros nuevos materiales
-Ensayos sobre edificaciones autónomas que en cierto modo pudiesen subsistir en caso de una hecatombe imprevista, tanto económica como física
Las respuestas ejecutadas se pusieron en practica con cierta rapidez aplicando principios consecuentes y aprovechando formas y métodos experimentales que ya se habían ensayado con anterioridad.
Se podría establecer que el primer edificio ciudad que se construye es la ‘Unité d’habitation’ por C.E.Jeanneret ‘Le Corbusier’, como desarrollo de ideas acrisoladas en el periodo de entreguerras anterior, pero que encuentra su razón de ser en esta situación caótica en que se encontraba Europa. La primera unidad se realizó en la ciudad francesa de Marsella y en ella se logró una concentración de funciones y habitaciones mucho mayor que cualquiera de las que se habían alcanzado con anterioridad, y una teórica autonomía que la hacia en si misma un Núcleo Urbano con una cierta independencia.
Para que el edificio funcionase como una ciudad era necesario que estuviese dotado de elementos particulares, las viviendas, y las zonas comunes, plazas, lugares de estancia exteriores e interiores, escuelas, lugares de recreo, todo aquello que ha contener una ciudad para poderla considerarla como tal. Así se planteó y asi se realizó. El material fue evidentemente hormigón. Una propuesta impactante, absoluta y nueva requería para LC una imagen expresiva, y la libertad que le proporcionaba el hormigón le permitió disponer, tanto de la forma como de la imagen deseadas. Hormigón, como alguien dijo, en ‘bruto’, hormigón encofrado con madera, con sus evidencias y sus texturas, efectivamente, se le podía llamar hormigón en ‘bruto’, y probablemente como consecuencia todo resultó ‘brutal’ en aquel momento, y también probablemente dio origen al calificativo: ‘Brutalismo’. Es posible que ese fuera el origen, o no, pero es verosímil. Cuando años después el mismo LC realizó la ‘Unidad de Habitación’ de Berlin, perfectamente ejecutada, sin la textura acusada que tenia esta primera ‘marsellesa’, el mismo LC la denostaba: ‘demasiado perfecta’. Una anécdota.
Mas o menos al tiempo empezaron a construirse estructuras de este tipo, muchas eran bloques tipo ‘Unité’ pero también empezaron a aparecer torres. En japón, especialmente afectada por la dureza de la WW2 que no solo produjo destrucción, si no enfermedades y el desmembramiento del país, las propuestas fueron de una dureza e interés especiales. A los muchos calificativos que se le sumaban al ‘Brutalismo’ en este país tuvo especial relevancia el ‘metabolismo’ que en esencia presuponía una morfología cambiante en función de las necesidades. Se hicieron propuestas muy interesantes, muchas de ellas basadas en torres.
El ’Brutalismo’ se desarrolló por todo el mundo y en cada lugar adquiría caracteres propios y diferentes al resto. Al hormigón se le fueron añadiendo otros materiales con capacidades expresivas equivalentes, como era el acero ‘Cor Ten’ que se protege oxidándos’ propiciando una textura de gran valor expresivo. El BBVA se realizó precisamente con estos dos materiales, hormigón, mayormente visible en el interior, y acero ‘Cor Ten’ mayormente visible en el exterior.
Precisamente la desnaturalización que se ha producido en el BBVA ha sido debido al hacer discordante sus propiedades intrínsecamente ‘Brutalistas’, no por ello exentas de una cuidadosa ejecución original, con una actuación posterior de carácter inequívocamente ajeno al espíritu del mismo.
No es necesario extenderse más en esta escueta base introductoria.
TORRES BLANCAS
‘Torres Blancas’ fue la consecuencia del deseo de participar en este movimiento arquitectónico que ponía en evidencia nuevos caminos inexplorados hasta el momento.
El promotor Juan Huarte organizó un concurso para edificar en unos terrenos próximos a la ‘Autopista de Barajas’, lugar emblemático, acceso a Madrid desde el aeropuerto, por donde habrían de acceder los visitantes que llegasen de allende las fronteras, donde un edificio singular podría probar que España no se había quedado atrás de las nuevas tendencias arquitectónicas.
Huarte plantea la construcción de un par de torres gemelas, pero por razones evidentes solo se construye, afortunadamente, una, y así se enmienda este error de partida. De ahí el plural del nombre, parece que se pensaron blancas, otro error que se enmendó quizás por falta de suministro de hormigón de ese tipo o cualquier otra razón.
El planteamiento del arquitecto se puede leer como el cumplimiento de las condiciones de partida impuestas por el promotor, tratando de aunar en la propuesta gran parte de las ideas arquitectónicas que se encontraban en desarrollo o constituían ya elementos emblemáticos a lo largo del mundo.
Normalmente hasta el momento una torre de viviendas más o menos se proyectaba como una planta que se repetía una serie de veces una encima de otra hasta que se cumplía la altura o el volumen o el tamaño deseado.
Normalmente este procedimiento produce unos fustes mas o menos esbeltos y monótonos y cuando se llega al final, al punto mas alto, se solía escoger un remate del catálogo universal de remates de torres y se adaptaba el que fuese.
No parecía ser esa la idea de Oiza ni era la idea que propiciaba la tendencia ‘brutalista’ de la arquitectura. El ‘brutalismo conllevaba otro calificativo que sumaba bien con la idea básica, ‘expresionismo’.
El ‘Expresionismo’, que ya había sido utilizado en otros procedimientos comunicativos, trataba de dotar a los mismos de una super valoración de ciertas facetas del mismo. Podría ser el ritmo, el color, la forma u otras, y por último, todavía un calificativo más: ‘Organicismo’.
El ‘Organicismo’, una aproximación a la continuidad formal de los órganos vivos, fue muy empleada muchos años antes por arquitectos como F.Lloyd Wright, que además, en el caso de ‘Torres Blancas’ prestó, de alguna manera, el camino a la planta primigenia del edificio, que debía mucho a las torres ‘wrightianas’: ‘Price’ y ‘Marks’.
Simplificando y amalgamando lo anterior: se puede considerar que Oiza plantea el edificio aunando muchas tendencias que estaban en la arquitectura en ese momento, en parte por las causas que se han expuesto anteriormente, pero, como es lógico, presididas por una idea propia sobre como plantear el problema.
En su concepto de arquitectura, Oiza siempre ha considerado el ‘Objeto Arquitectónico’ como ‘Unitario y Completo’, es decir, toda la arquitectura, toda su arquitectura tiene un comienzo y tiene un final, y eso constituye una ‘Unidad Inmodificable’, una ‘Entidad Única’, ‘sine die’.
Es difícil entender este concepto, pero si se supone, como se apuntaba anteriormente, que una torre es una sucesión apilada de plantas de pisos, esta sucesión tiene un arranque una serie de elementos y un final que no deja duda donde ha finalizado, el elemento se ha completado.
Volviendo a la compleja torre BBVA se puede apreciar el esfuerzo por hacer arrancar la torre del suelo, esfuerzo que se repite en esta ‘Torre Blanca’, y una vez cumplido con las condiciones de fuste, se remata con una pieza que no deja duda sobre el hecho de haber coronado, en el caso del BBVA una serie de elementos de remate superior asumen este papel, pero, hasta que no se pone este punto final, se puede percibir una enorme semejanza en cada una de las plantas con respecto a sus sucesivas. Queda paladinamente claro que esta torre BBVA, es un edificio de oficinas, desde la primera a la última planta, no hay duda, se expresa claramente que no se desea que haya duda.
En el caso de ‘Torres Blancas’, a partir del tortuoso arranque del acceso y debido a su componente ‘expresionista’, se puede leer que cada una de las plantas, que se van superponiendo, tienen el mismo carácter, no la misma morfología, pero si el mismo carácter, para lo cual los elementos que emplea en todas ellas, aunque utilizados de formas variadas, denotan un tipo de uso que en cierto modo las unifica hasta llegar a la planta 21.
A partir de la planta 21 cambia radicalmente el léxico, la expresión es totalmente diferente a las plantas inferiores, aquellas llenas de formas y recovecos, materiales y colores, estas sin inflexiones, generosas, morfológicamente distintas.
Su tamaño sobresale ampliamente del fuste y la expresión nos indica que está sucediendo algo completamente diferente.
Frente a la proliferación formal aquí se presenta una única forma que se repite, aparece en sus huecos la ‘Hiperelipse’, elemento geométrico que, aunque desarrollado en el S. XIX, cobra, por mor de la moda, gran importancia en estos años en que se construye la torre. De hecho todo el mundo por esos tiempos desea tener una ‘Hiperelipse’, como los niños quieren tener un yo-yo, la forma geométrica ‘Hiperelipse’, ‘Superelipse’ o ‘Curva de ‘’Lamé’ aparece en la torre para denotar que el mundo inferior se ha acabado, un guiño de este arquitecto versado en la ciencia matemática nos muestra bien a las claras que el mundo inferior ha finalizado, ‘el fin justifica la obra’, comienza otro mundo, diferente, necesariamente diferente, sirve al edificio, pero no es una vivienda.
El edificio hecho para vivir ocupa su parte, a partir de aquí lo que ocurre no se vive, pero propicia la vida del resto.
Este es el sentido de estas ‘Piezas Superiores’ que hacen del edificio un elemento ‘Único y Completo’.
Ni su forma ni sus dimensiones concuerdan, a propósito, con el resto, son otro mundo y este ‘otro mundo’ es lo que da sentido al conjunto.
CONCLUSIÓN
Entrando, ya por fin, de lleno respecto al Plan Especial para la Rehabilitación del Edificio ‘Torres Blancas’, y en lo que se refiere a la propuesta de dividir en espacios menores destinados a viviendas, estas piezas de remate del edificio, piezas diáfanas, de pleno espacio, de generosas dimensiones, formalmente diferentes, disponibles para lo que la comunidad demande HAY QUE OPONERSE A LA PROPUESTA del Plan Especial.
Macizar no es opción, hay que permitir que, con estos espacios diferentes y amplios, a disposición del resto, se complete el edificio.
‘La música no está en las notas, si no en el silencio entre ellas’, parafraseando a W.A. Mozart
https://youtu.be/9787BFNq9xE?si=AmCIdbvMVSWZF5su
Jaime Nadal. Arquitecto.
Más información:
Enlace al Plan Especial Avenida de América, 37
Noticia en el Diario: Los ocho pisos con vistas que se construirán en Torres Blancas, icono de la arquitectura en Madrid
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