¡No es posible!
Cuándo estábamos ya felices por los últimos acontecimientos,
Clesa declarado BIC, en un giro que dignifica al gobierno de la Comunidad de Madrid antes ciega.
Protección total para la Zapatería de Jorge Juan 55, en otro gesto que hace lo mismo por el gobierno municipal, gracias a la presión de todos,
COAM y otros Colegios de Arquitectos, Consejo Superior de Arquitectos, MITMA, Fundación Sota,
Club de Debates Urbanos, Servicio Histórico COAM, Fundación Docomomo Ibérico,
el Círculo de Bellas Artes y perdón si nos dejamos instituciones sin citar, también escritores, artistas y arquitectos de prestigio así como muchos compañeros,
Ahora parece,
Pero no nos lo podemos creer,
Que se pretende desvirtuar el espacio que proyectó Javier Sáenz de Oiza como restaurante, aquel que incluso contaba con una estrella Michelín cuyo nombre era el símbolo de la elegancia en el Madrid de los años 70, *Ruperto de Nola* para sustituirlo por un grupo de apartamentos sin más.
Somos conscientes de que el tiempo pasa y que no se puede revertir y de que se trata de un lugar seguramente hoy abandonado, que necesita una segunda vida, pero nos hacemos varias preguntas:
1
¿Si era restaurante?
Entonces, su uso no es residencial.
2
¿El número de viviendas y su división horizontal se puede cambiar alegremente?
Es verdad que el arquitecto en su momento, cuando se proyectó, como ocurre con el pintor podría haber rematado de otra forma el edificio, pero hoy resulta que Torres Blancas es una obra de arte total y eso exige una responsabilidad ante la enorme fortuna que supone habitar en él y también que de haber sido completado con residencia esta hoy sería un ejemplo más de arquitectura esencial.
Hay muchas más preguntas, pero el núcleo del este asunto vuelve a ser el desprecio por el patrimonio moderno que hemos heredado y el trato que se le da.
Y claro, siempre está la cuestión de la propiedad, pero resulta que quien tiene la suerte de poseer, pongamos de ejemplo, un cuadro de Goya, está claro que no puede hacer con este lo que quiera porque el beneficio que ya tiene por poseerlo no le da patente de corso para destruirlo.
Estamos seguros de que después del giro emprendido, reinará la cordura y se resolverá este mal sueño tratando ese espacio, remate de la torre más emblemática de Madrid con el respeto que merece, dado que ningún arquitecto además, creemos firmemente, querrá participar de un acto de destrucción de estas características.
Confiados escribimos y no estaría de más, un concurso abierto, sobre un BIC sin restricciones a participantes y jurado libre, en un proceso transparente abierto al debate, porque los propietarios de esta joya saben la que tienen, pero deben entender la importancia en el sentír de todos.
Y por si acaso.
Seguimos
EAT
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