Una crónica. Paseo invernal de Villaviciosa de Odón a Colonia Jardín por vías pecuarias y caminos públicos

Por precarisimo, Mié, 12/02/2020 - 15:48

El domingo que elegimos para realizar una nueva marcha que de a conocer los valores del corredor ecológico del suoreste salió con los cielos grises y encapotados. No obstante, la temperatura era ideal para pasear y poder apreciar un entorno natural privilegiado.

Al pie de la Fuente de los Caños en Villaviciosa de Odón, atribuida a Ventura Rodríguez, no reunimos medio centenar de caminantes.

La primera parada fue en el Parque Forestal, donde los compañeros de Villaviciosa Ecológica nos resumieron con unas pinceladas la rica historia de este enclave. Declarado Bosque Real en 1739, durante el reinado de Felipe V, este bosque urbano mantiene la esencia de ese origen, que lo protegió en el tiempo de ser deforestado para crear campos de cultivo.

Durante el reinado de Isabel II, se establece aquí la primera Escuela de Ingenieros de Montes (1847), que convierte el lugar en un banco de pruebas botánicas. Las especiales condiciones de humedad y sombra -está atravesado por el arroyo de La Madre-, y la existencia de una olmeda histórica, dan a este lugar ese carácter especial.

Hoy podemos disfrutar de árboles declarados singulares como dos Cedros del Himalaya o un ciprés de Monterrey de más de 25 metros de altura. Otros árboles de gran porte: chopos negros, roble carballo y albar, un arce. Y árboles no endémicos como avellanos, tilos, gynkos, plátanos… junto a otros más habituales como chopos, fresnos, alisos, castaños, encinas o alcornoques.

La olmeda original del bosque dieciochesco está muy disminuida por los efectos de la grafiosis, aunque en estos últimos años se están llevando a cabo siembras con especies de olmo resistentes a esta enfermedad.

Hasta el Retamar de la Huerta

Seguimos el camino por calles asfaltadas junto al cauce del arroyo de La Madre, que se distingue fácilmente por la abundante vegetación que lo cubre.

Llegamos al Retamar de la Huerta, donde otro compañero nos explica la amenaza urbanística que se cierne sobre este terreno (unas 3.000 viviendas y zonas ajardinadas, más accesos para el automóvil en una zona especialmente colapsada de tráfico) y la supervivencia de una vía pecuaria, la vereda segoviana, de la que se ha conseguido un nuevo trazado que permite el uso de caminantes, ciclistas, jinetes o rebaños de ovejas.

El principal problema de las vías pecuarias, estos históricos caminos para el uso ganadero es que, con su cercanía a los núcleos urbanos, desaparecen con los nuevos viarios y construcciones residenciales o son cortadas por múltiples infraestructuras: carreteras, vías de tren, polígonos industriales, etcétera.

El sol brilla débilmente bajo un grueso manto de nubes. El camino discurre entre vallejos y llanuras hasta que llegamos a Alcorcón.

Allí nos detenemos en el fortín Nº3, un resto de la guerra civil, que cae dentro de los límites de este espacio para el que pedimos su máxima protección. Otro compañero de marcha hace un recuerdo sentido de Yolanda González, una estudiante asesinada en estos terrenos por un comando de extrema derecha durante los años de la Transición.

En Venta la Rubia

En el complejo hípico de Venta la Rubia hacemos un alto para comer el bocadillo y tomar algo de refresco. Por medio de estas cuadras y campos de entrenamiento surca la Vereda de Villaviciosa, otra de las vías pecuarias que forman el esqueleto del corredor ecológico.

Muy brevemente, los compañeros nos ponen al día del contencioso de la Cañada Real de Madrid que mantenemos con el Ministerio de Defensa y el Área de Vías Pecuarias de la Comunidad de Madrid. El trazado original de esta histórica vía no ha sido reconocido administrativamente, pese a las evidencias en la cartografía histórica consultada y, en su lugar, se ha realizado un nuevo trazado que evita los terrenos que Defensa dedica a actividades recreativas. Los compañeros recuerdan que la Ley de Vías Pecuarias decreta que este tipo de caminos protegidos son “inalienables, inembargables e imprescriptibles”… por lo que no se descarta que en el futuro se pueda reconocer el trazado original.

Los kilómetros andados empiezan a notarse en las piernas. Pero el trecho que nos falta hasta Colonia Jardín es mayoritariamente en pendiente cuesta abajo. Y el horizonte, hoy cerrado, con el día anubarrado, no nos deja ver la corona montañosa de la Sierra de Guadarrama, como en los días despejados, pero sí unas vistas espléndidas de Madrid.

Humedal del Valchico y el Meaques

La última parada antes de la despedida es en el Humedal de los arroyos Valchico y Meaques. Una charca que alberga una gran diversidad zoológica y botánica a escasos kilómetros de la Puerta del Sol. Otro compañero ecologista nos recuerda el admirable trabajo de reforestación con especies autóctonas que los vecinos de Campamento están realizando de manera cooperativa y altruista.

Durante la parada también observamos los distintos nidos para pequeñas aves (pitos, reyezuelos, herrerillos), así como las cajas de anidamiento para murciélagos que se han instalado en los chopos y alisos de la ribera. Uno de los paseantes, con prismáticos en mano, nos señala el aterrizaje de una garza real y el baño que encima de un tronco está dándose un cormorán.

Nos despedimos pidiendo a los asistentes que no olviden pasear por esta zona y reivindicarla ante amigos, familiares o compañeros de trabajo como un lugar a proteger.

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