Facilitada por ofrecimiento expreso de la alcaldía de Boadilla del Monte, se giró una visita al Palacio del Infante D. Luis de esa localidad por parte de un reducido grupo de representantes de Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, compuesto por Paloma Olmedo (a su vez presidenta de la Asociación de Amigos del Palacio), el presidente y el vocal técnico de MCyP, el vicepresidente de MCyP por Real Canal de Manzanares, y el profesor del Taller de Cantería de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, Miguel Sobrino. Se efectuó en la mañana del día 16 de abril y en ella se pudo comprobar tanto el impresionante valor del edificio y su conjunto de jardines, fuentes, huertas y edificios auxiliares, como el preocupante estado en que se encuentran algunas zonas de su interior, y especialmente las construcciones de cercas, portones y galerías de las terrazas del jardín; advirtiéndose las huellas de la desafortunada presencia de la Sociedad General de Autores en los derribos arbitrarios de algunas escalerillas secundarias y en la eliminación de las grandes encimeras de obra de la cocina.
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Es difícil describir en una breve noticia la calidad de la traza y esculturas de la capilla, quizá el elemento más conocido de esta obra magistral del arquitecto Ventura Rodríguez, o no dejarse sorprender por los delicados sepulcros labrados por Valeriano Salvatierra y Antonio Solá, o por la imponente y rigurosa formalización de las bóvedas de las plantas baja y sótano, así como la escala y luminosidad de las enfilades de grandes salones de las plantas superiores, por más que hayan sido despojados de casi toda su ornamentación original. El empaque del edificio es el de un palacio real, con una elegante escalera principal, y otra secundaria cuadrada, con arcos rampantes en torno a un hueco central, muy del XVIII y magnífica. Hemos podido apreciar además que -aparte del decorado de la alcoba de la condesa, ya conocido- ha aparecido un segundo techo pintado oculto tras el cielorraso de un gabinete contiguo, conservándose en otro una chimenea original neoclásica de las muchas que tuvo el palacio, pues las restantes son reproducciones en estilos neorrococó y "etrusco" ejecutadas en piedra artificial.
En cuanto a los jardines, imponen con su traza rigurosa y monumental de carácter romano, ya que no hay otro ejemplo parecido en toda la jardinería española. Las escalinatas de piedra con balaustres, las profundas y elaboradas grutas, la descomunal cimentación para la fuente las Conchas (desafortunadamente trasladada al madrileño Campo del Moro), los criptopórticos o galerías abovedadas laterales... todo tiene el aire y la escala de los grandes parques europeos, y por más que se halle muy deteriorado e invadido por la maleza descontrolada, se conserva en su integridad, sin exigir mas labor que restaurarlo y reponer con cuidado y criterio las plantaciones (que deberían iniciarse de inmediato, dado el lento crecimiento de los setos de boj).
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Las últimas noticias son las de que se va a iniciar la rehabilitación del palacio con fondos europeos y municipales, y la ayuda del banco Santander, y que se va a iniciar por las fachadas y los portones del jardín alto. Deseamos y esperamos que esta joya única se trate con el rigor y la calidad que merece, y que se le pueda dar un uso público, accesible y acorde con su dignidad. Asimismo esperamos que no se olviden los importantísimos entornos del palacio, para que no desmerezcan de su valor, recuperando los edificios auxiliares de faisanera o gallinero, noria y alberca, reponiendo el bosque en sus contornos, eliminando el actual campo de fútbol de su borde suroeste, y estudiando el traslado del restaurante-mesón, que en la esquina noroeste distorsiona las vistas y relaciones espaciales que existen entre la mudéjar iglesia de San Cristóbal y el conjunto palaciego.
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