Estos tiempos no perdonan en nuestra capital. Sólo se salva aquello de lo que nadie se acuerde, porque mientras algún dirigente actual tenga noticia de algún patrimonio público intacto, enseguida se le ocurrirán cien maneras de no dejarlo vivir en paz: en este caso, inauguramos Octubre con el derribo del conjunto edificado de instalaciones de Metro de Madrid en la calle de Valderribas, 40.
Las vallas ocupando la acera, la presencia de maquinaria pesada asomando por detrás de las edificaciones hacían temer lo peor. Olía a derribo inminente; y si ayer miembros de MCyP fotografiaban el todavía íntegro conjunto desde la calle, hoy, primero de Octubre, nos han llegado las imágenes del desastre, frustrando -una vez más- la esperanza de cambiar el sino inmisericorde de esta ciudad de Madrid, en la que todo se desprecia y sucumbe a quién sabe qué proyectos miserables para hacer negocio a costa de la cultura, y del patrimonio que enriquece nuestra memoria y forma nuestra identidad.
El complejo, compuesto por edificaciones de poca altura, construidas con ladrillo macizo y de aparejo cuidado, cerchas metálicas y carpinterías de madera, ha empezado a caer bajo la pala retroexcavadora que 'mordía' sin piedad las construcciones, rememorando las imágenes -aún recientes- de la demolición del pabellón 'Muñoz Grandes' en el Paseo de Extremadura.
Como ciudadanos nos ofende la soberbia e indiferencia con que gobiernan nuestros políticos, incapaces e insensibles a un patrimonio irrepetible, que con su pérdida merma el valor del todo urbano, y empobrece nuestra sociedad y a generaciones futuras, desposeídas de una herencia que nos empeñamos en dilapidar con ignorancia y sin sentido .
Desde MCyP lamentamos, por enésima vez, la desaparición de nuestro patrimonio, en este caso industrial; y más tratándose de pabellones de la primera época de Metro, los cuales, a punto de cumplir un siglo de existencia, constituyen un ejemplo muy escaso y casi extinto de las primitivas instalaciones vinculadas al transporte público.
Queremos sin embargo albergar una esperanza: a pesar de estos derribos aún estamos a tiempo de salvar buena parte de las edificaciones históricas del Metro de Madrid; estamos a tiempo de salvar las cocheras de Cuatro Caminos y transformarlas en ese museo del Metro que tanto falta para dar acogida a todo el material móvil conservado (todas las series que han circulado por nuestro suburbano desde su origen, aparcadas en las cocheras de Cuatro Vientos). Estamos a tiempo, pero hay que cambiar de actitud.
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